El Departamento de Justicia ha estrenado en Lleida el proyecto 'Can Confidente', que utiliza perros adiestrados para crear un entorno más cómodo y seguro para los menores en procedimientos judiciales. La iniciativa tiene el propósito de obtener la mejor declaración posible de los niños, que muchas veces es la única prueba contra los investigados, y a la vez se quiere contribuir a atenuar el proceso de revictimización y proteger sus derechos. Profesionales del Equipo de Asesoramiento Técnico Penal (EATP) supervisan la eficacia de las intervenciones para cada caso. La asociación lerkan dirige la terapia con los animales. El proyecto se empezó a gestar hace dos años por parte de una jueza de Lleida y una miembro de la *EATP.
El director de los Servicios Territoriales de Justicia en Lleida, Robert Cabasés, ha explicado que es un "proyecto pionero en Cataluña muy positivo, especialmente porque los menores son las víctimas más vulnerables". En este sentido, ha recordado que los niños suelen mostrarse nerviosos o con pocas ganas de habla en los procesos judiciales porque tienen que revivir "unos hechos traumáticos". De este modo, la presencia de los animales quiere contribuir a crear el mejor entorno posible para su declaración, que se convertirá en la prueba preconstituida, la cual muchas veces es el único elemento para acusar el investigado.
La actuación se hace de la mano de la asociación Ilerkan, que facilita y dirige la terapia asistida con animales. "La presencia del perro permite generar un ambiente más distendido, tranquilo y amable, hecho que ayuda a relajar el niño y a mejorar su comunicación", ha dicho Maylos Rodrigo, responsable de la entidad sin ánimo de lucro. También se quiere contribuir a generar un recuerdo más positivo. "El que mejor suele recordar nuestra mente de un acontecimiento es el inicio y el final, por eso, la primera y última cosa con la cual interaccionará el niño será el perro, para que tenga un recuerdo más positivo", ha añadido Rodrigo.
Por su parte, el psicólogo del EATP, Enric Lletjós, ha valorado que los perros serán una "herramienta más" para facilitar las entrevistas con menores, puesto que "se tiene que tener cura que la declaración sea el máximo de clara y consistente" porque después se pueda usar al juicio. En este sentido, Lletjós ha considerado que el proyecto ayudará a "atenuar" la revictimización que muchas veces sufren los niños que tienen que explicar los hechos vividos varias veces.
El proyecto se empezó a gestar hace un par de años, cuando la jueza Aurembiaix Giribet y una de las responsables de la EATP, Montse Berenguer, lo plantearon al departamento de Justicia y a la asociación. Giribet ha explicado que "los jueces sabemos de leyes, pero tratar con menores es otro aspecto y necesitamos ayuda de profesionales u otros instrumentos, por lo cual la terapia asistida con animales será un éxito asegurado para el buen procedimiento judicial".
Aun así, el proyecto solo funcionará cuando los tutores de los niños y la comitiva judicial autoricen el uso de los perros. Es una de las condiciones del convenio firmado por Justicia.
Funcionamiento de las sesiones
Durante una sesión de exploración judicial con niños, los perros están especialmente entrenados para ofrecer apoyo emocional y físico. Antes de empezar, el perro se presenta al niño de manera calmada, permitiendo una primera interacción que reduce las tensiones iniciales. Los primeros quince minutos se dedican a crear un vínculo entre el niño y el perro mediante juegos o actividades de adiestramiento canino, adaptadas en la edad del niño. Durante la exploración judicial, el perro se mantiene cerca del niño, ofreciendo una presencia tranquilizadora. Si el niño se siente ansioso o estresado, el perro puede acercarse más, permitiendo que el niño lo toque o lo mime para calmarse.
Además, los perros pueden hacer pequeñas tareas como poner el hacia la falda del niño o permanecer a su lado, creando una atmósfera de apoyo constante. Esta interacción facilita que el menor se sienta protegido y escuchado, permitiéndole relatar los hechos de manera más cómoda y menos traumática. Al final de la sesión, se vuelve a crear un ambiente distendido donde el niño interactúa con el perro a través de juegos o adiestramiento, asegurando que la primera y la última interacción del menor sea con el perro, dejando así un recuerdo más positivo de la experiencia.