Un sencillo gesto capturado en redes ha conmovido a miles: un perrito se acerca con suavidad a una pequeña ardilla, la huele y luego la besa con ternura. Este breve instante ha desatado una ola de ternura en X, donde la cuenta @PuppiesIlover compartió el vídeo que se hizo viral al instante. Pero, ¿qué motiva una relación así entre especies tan distintas?
Un encuentro inesperado y natural
Según varias publicaciones en TikTok e Instagram, no es la primera vez que estas amistades inusuales se filman. Un caso similar, protagonizado por “Murphy y Chippy” fue compartido hace unos meses. En este caso una ardilla silvestre llevó a su cría a conocer a su amigo perruno. Estas historias muestran que la curiosidad, la vigilancia materna y la calma de un perro pueden romper barreras instintivas.
En el clip que sirve de base a esta noticia, el perro primero olfatea con respeto a la ardilla, luego baja la cabeza para intercambiar un beso suave. El animal roedor no se muestra asustado, lo que denota una calma asombrosa para un encuentro tan cercano con un posible depredador.

¿Es algo habitual?
En comentarios de perfiles especializados en animales como @laranitadenogales se destacan frases como “la ardilla besa al perrito en un emotivo encuentro”. La gran mayoría de respuestas coinciden en la importancia de la socialización temprana del perro: su carácter tranquilo y amistoso se atribuye a una buena educación desde cachorro.
Un vídeo reciente en TikTok mostraba cómo uno de estos roedores repetía visitas a su amigo canino, en actitud de llamada afectiva. Siguen siendo anécdotas, pero comienzan a formar una narrativa coherente: los perros domesticados pueden generar vínculos sorprendentes si se maneja con cuidado y naturalidad.
Instinto y socialización
Desde el punto de vista etológico, estos episodios rompen el esquema típico de depredador–presa. Sin embargo, ambos animales son mamíferos con necesidades sociales. La socialización de los perros –favorecida por una crianza responsable– les enseña a responder con calma ante estímulos nuevos. Por su parte, las ardillas pueden mostrar curiosidad o confianza si se sienten seguras y alimentadas.
Este tipo de vínculos no surgen por azar; se basan en varios factores: confianza, tranquilidad del perro y un entorno sin presiones. La madre ardilla que llevó a su cría a conocer al perro ilustra que no siente la necesidad de defenderse en presencia de una presencia tranquila.
Un precedente inspirador: Murphy y Chippy
El caso de Murphy (ardilla) y Chippy (perro) circuló durante meses. Su amistad alcanzó repercusión en Instagram donde sus cuidadores compartían escenas tan inesperadas como esta pareja abrazándose o jugando en el jardín. Una madre ardilla llevó incluso a su cría para que obtuviera la protección y el calor del entorno del perro.
Este precedente refuerza la idea de que, con paciencia y supervisión, animales de especies lejanas pueden desarrollar relaciones afectuosas. No es común, pero sí posible. En cualquier caso, su éxito en redes muestra que hay un público deseoso de historias tiernas, en las que la empatía surge entre especies muy distintas.