Cuando oímos hablar de bocadillos de calamares, automáticamente pensamos en Madrid. Es cierto que en la capital de España existen muchos bares que ofrecen este producto, pero no tienen exclusividad. En Catalunya, también hay muchos locales que ofrecen este pescado para introducirlo dentro de una barra de pan.
En la ciudad de Barcelona, en la zona de Ciutat Vella, existen varios locales que ofrecen bocadillos de calamares. También en la Barceloneta. La clave está en conseguir averiguar, cuáles son los locales que guardan una excelente calidad o los que están pensados para los turistas.
En su origen, hablamos de un plato humilde, que surge de la fritura rápida de calamares rebozados en harina, acompañados de pan crujiente. La idea era aprovechar un producto abundante en las costas y trasladarlo a un formato sencillo para comer de pie, en tabernas o a la salida de mercados. Desde mediados del siglo XX se convirtió en un clásico del tapeo.

En Madrid alcanzó una fama particular. La Plaza Mayor se llenó de bares que ofrecían bocatas de calamares a precio popular. Esto atrajo a estudiantes, trabajadores y visitantes que buscaban una comida rápida, barata y contundente. Allí se consolidó como icono gastronómico de la capital.
Cuando Ana Botella intentó vender la ciudad de Madrid para celebrar los Juegos Olímpicos habló de la Plaza Mayor. Habló de tomarse un 'café con leche in the Plaza Mayor', pero podría haber hablado perfectamente de un 'bocata de calamares'.
Vamos a ver un establecimiento histórico en Barcelona. De gran calidad. Frecuentado por turistas inteligentes y también por gente del barrio y de la ciudad.

Bar Mendizábal, un bar de referencia en Barcelona
En Barcelona, la tradición siguió otra línea, más vinculada a la cultura de bares de barrio y terrazas. El bocadillo de calamares se incorporó a las cartas de bares clásicos del Raval, el Eixample o Poble-sec. Aunque nunca tuvo la misma visibilidad mediática que en Madrid, en Catalunya se convirtió en un recurso de cocina callejera.
Con el tiempo, algunos locales han reinventado la receta. Hoy es común encontrar versiones con pan de cristal, alioli, mayonesa de tinta de calamar o panecillos artesanales.
En el caso del Bar Mendizabal, la historia conecta con esa tradición barcelonesa de bares sencillos que ofrecían bocadillos como alimento democrático. Accesible, sabroso y muy ligado al pulso de la ciudad. Su bocata de calamares sigue esa línea, sin excesos, pero con un sabor que ha resistido décadas en la memoria de locales y turistas. Está situado en la calle Junta de Comerç 2, en el Distrito de la Ciutat Vella.

Está situado en el Raval. A pocos pasos de la Rambla y bien comunicado por la parada de metro Liceu (L3), el local es ideal para incorporarlo a un paseo cultural o una ruta gastronómica exprés. ¿Quieres combinar museos, librerías y bocadillos? Aquí puedes insertarlo como intermedio sabroso. El horario es generoso. Abre hacia las 9 h y permanece activo hasta las 24 h, ampliando hasta las 2 de la madrugada los fines de semana.
Este bar con historia, fundado hace más de 90 años, conserva una atmósfera genuina que emerge del cruce de tradición y vecindad. Su barra en la calle resiste incluso en días lluviosos, gracias a un toldo discreto que apenas mitiga la lluvia, sin interrumpir el trato con la ciudad vibrante que lo rodea. El ambiente conecta con estudiantes, locales apresurados y paseantes curiosos.