La Navidad es, sin duda, una época del año repleta de magia. Y para los catalanes, esta magia se multiplica cada vez que encendemos la televisión para disfrutar de un nuevo episodio de El foraster, el programa encabezado por Quim Masferrer que lleva años cautivando a la audiencia. Porque si algo queda claro episodio tras episodio, es que cada lunes el espacio de TV3 logra encaramarse a lo más alto de los rankings de audiencia, superando incluso a propuestas televisivas de primer nivel. ¿El secreto? El carisma de Quim, su capacidad de improvisación y, por supuesto, el cariño y hospitalidad de la “buena gente” que habita los pueblos de toda Catalunya.
La fórmula es, en apariencia, sencilla: Quim se sube al coche, se dirige a cualquier rincón del territorio catalán y… comienza la magia. El hecho de descubrir las historias detrás de sus gentes y de su día a día desencadena momentos emotivos, vivencias únicas y, por supuesto, una gran dosis de humor. Todo ello provoca que el espectador se sienta plenamente identificado, reconociéndose en las anécdotas y experiencias que se narran. Tal vez por eso El foraster se ha convertido en uno de los programas más queridos por el público, a tal punto que muchos sueñan con ver a Quim recorriendo también las calles de su propio municipio.
No obstante, como bien explica el presentador, El foraster no sería lo que es sin el enorme equipo humano que trabaja detrás de las cámaras. Un equipo que planifica cada detalle, que escoge cuidadosamente las localizaciones y que, finalmente, hace posible que Quim y los habitantes del lugar brillen con luz propia. En el capítulo dedicado a Sant Jordi Desvalls, Masferrer ha decidido mostrar un fragmento inédito del trabajo que se lleva a cabo cuando las cámaras no están grabando, desvelando así uno de los grandes “secretos” del programa.
Trabajo de rodaje y edición
El presentador quiso compartir en sus redes sociales un vídeo en el que se aprecia lo que ellos mismos llaman “el campo base” —o “base camp”—, el lugar donde el equipo almacena el material de rodaje y se realizan tareas tan importantes como la catalogación y el volcado de las grabaciones. Entre cámaras, micrófonos y ordenadores, Masferrer presenta a Oriol, encargado de la parte técnica, y a Quim (otro miembro del equipo), que se pasa el día clasificando todo lo que se graba para que el montaje final sea perfecto. Este proceso, muchas veces invisibilizado, es clave para dar forma al contenido que luego tanto emociona y divierte a la audiencia.
Pero Quim no se queda ahí; con su particular sentido del humor, persigue a otros compañeros que prefieren no ser grabados, como Cris Garcia o Manu Menéndez —el director—, instándoles a que aparezcan en cámara. “¡No quiero salir!”, repiten entre risas, mientras el presentador insiste en enfocarlos. Ese momento tan espontáneo muestra la complicidad de un equipo que, si bien trabaja fuera de foco, es fundamental para garantizar que cada capítulo de El foraster conserve la esencia que lo ha hecho triunfar.
Con este gesto, Quim Masferrer ha querido reconocer la labor de quienes no aparecen en pantalla pero que, con su dedicación y su cariño, contribuyen a la calidad del programa. Y es precisamente esa mezcla de profesionalidad, afecto y humor la que hace que El foraster haya conquistado a todo un país y prometa seguir haciéndolo por mucho tiempo más. Porque, como bien dice el eslogan no oficial del programa: en Catalunya hay muy buena gente y, a día de hoy, sabemos que también hay un excelente equipo trabajando para mostrárnosla en todo su esplendor.