Hombre mayor con uniforme militar y gorra, al fondo edificios coloridos y un gráfico de billetes rojos con símbolo de dólar

Salen a la luz los gastos más extravagantes de Carlos III

Un viaje entre lujo, patrimonio y polémica

Cuando Carlos III subió al trono, muchos pusieron el foco en su compromiso ecológico y austero. Sin embargo, recientes investigaciones y filtraciones apuntan a un retrato muy distinto: gastos opulentos que han encendido el debate público. Desde ropa a medida hasta viajes de alto coste, el rey afronta la presión de justificar cada libra.

Armario real con etiqueta de lujo

Según medios británicos, el monarca posee trajes artesanales valorados en más de £5 000 cada uno y jerseys de lana que superan las £1 000. Su calzado recibe cuidados diarios de un militar, y su ropa interior de seda es lavada a mano, sin uso de lavadoras en palacio. Este nivel de esmero recuerda a la reina Isabel II, pero ahora las cuentas reflejan cifras que incluso sorprenden a los británicos.

Carlos III no solo gasta en sí mismo, también administra grandes extensiones territoriales. Los ducados de Lancaster y Cornualles generaron millones en ingresos por alquiler de terrenos al NHS y organismos estatales, sin tributar sociedades ni plusvalías. Estas estructuras han sido calificadas por críticos como un sistema complejo que beneficia más a la Corona que al pueblo.

Hombre de cabello canoso con traje formal mirando hacia atrás y un gráfico rojo con el número 180 y una flecha curva
Rey Carlos III | XCatalunya, redes

Subvención en ascenso

El Sovereign Grant, la asignación pública para gastos reales, sube de forma considerable: pasará de £86 millones a £132 millones a partir de 2025–2026. Este aumento, justificado para finalizar las obras del Palacio de Buckingham, se produce mientras escuelas y hospitales británicos continúan con déficit.

Los opositores denunciantes, como el grupo Republic y el exdiputado Norman Baker, calculan un coste anual real de más de £500 millones, contando seguridad, viajes y mantenimiento. Según ellos, la falta de auditorías frecuentes y el secretismo dificultan saber qué es gasto oficial y qué es gasto personal.

Transparencia en tela de juicio

Desde el Palacio aseguran que todos los desembolsos están aprobados “bajo supervisión gubernamental”. Además, se subraya que las propiedades generan beneficios al Estado: parte de los ingresos de los ducados financian actividades reales y caridad. También destacan el impacto económico del turismo generado por la realeza, que, según estimaciones, compensa con creces el coste.

Un hombre mayor con traje y corbata está en un retrato, mientras un hombre más joven a su lado parece sorprendido con las manos en la boca.
Rey Carlos III del Regno Unido | Atstock Productions, XCatalunya, The Royal Family Web.

Aunque los gastos actuales sorprenden, no son inéditos en las monarquías europeas. Sin embargo, la escala presuntamente desmedida frente a otras como la de Países Bajos (aproximadamente £46 millones anuales) dibuja una monarquía británica más costosa. La corona defiende que esas cifras incluyen inversiones a largo plazo en patrimonio histórico.

El rey responde… a medias

La polémica en torno a Carlos III no es solo económica también apela a la esencia del valor simbólico de la monarquía. Pone sobre la mesa el debate de sí esta institución debe ser un refugio del pasado o adaptarse a los tiempos de austeridad. El rey ha abierto el Palacio de St. James al público para generar ingresos, en un gesto que algunos valoran como moderno. Aun así, solo el tiempo —y la próxima revisión del Sovereign Grant en 2026— dirá si estos gestos contentarán a la sociedad Gran Bretaña.