Cuando se anunció que la princesa Leonor iniciaría su formación militar en el prestigioso buque escuela Juan Sebastián Elcano, nadie imaginaba que esta experiencia formativa pudiese desembocar en un verdadero conflicto interno. Desde que la hija mayor del rey Felipe VI y Letizia se embarcara el pasado 11 de enero, las aguas en el interior del Elcano están más agitadas que nunca, y no precisamente por las olas.
Lo que se suponía como un paso clave en la preparación de la futura reina de España ha generado tensiones inesperadas que han llegado incluso a las familias de los guardiamarinas, quienes comienzan a manifestar públicamente su incomodidad ante la supuesta desigualdad de trato que existe a bordo. Así lo garantiza una información de El Nacional.

Lo ocurrido: Privilegios y mareos en alta mar
Leonor comenzó su travesía con dificultades visibles: 21 días en alta mar, sin tocar tierra, la llevaron a sufrir severos mareos, deshidratación e incluso caídas debido al fuerte oleaje. Estos episodios, que dejaron huella en forma de moretones visibles durante su parada en Uruguay, obligaron a los altos cargos de la Armada a tomar una decisión controvertida: liberar a la princesa de ciertas guardias, algo impensable para el resto de sus compañeros.
Estas medidas especiales no han pasado desapercibidas. Según la información publicada por 'El Nacional', los guardiamarinas, que han invertido tres años en su formación naval frente a los escasos tres meses preparatorios de la princesa Leonor en la Escuela Naval de Marín, sienten que existe un doble rasero claro.
Leonor, por su parte, sigue cumpliendo con su papel institucional, esforzándose visiblemente por adaptarse a unas condiciones que no le resultan sencillas. No obstante, las diferencias en el trato hacia ella están generando malestar en algunos de sus compañeros, quienes sienten que su esfuerzo y dedicación quedan desdibujados por los privilegios que rodean a la heredera.

La situación ha trascendido rápidamente las cubiertas del emblemático navío español. Según 'El Nacional', las familias de varios guardiamarinas se han unido para expresar directamente su malestar a los responsables de la Escuela Naval. El motivo principal de esta indignación es que la formación naval implica rigor y sacrificio por igual para todos los alumnos, algo que consideran esencial y que ahora ven alterado por el trato especial hacia la princesa.
Además, la presencia constante de cinco escoltas encargados exclusivamente de la seguridad de Leonor ha incrementado la tensión. Aunque es comprensible por la condición de la princesa como futura reina, muchas familias sienten que este nivel de vigilancia extrema crea un ambiente incómodo y altera la rutina habitual del barco.
Por ahora, ni la Casa Real ni la Armada han realizado declaraciones públicas para calmar la situación. La estrategia oficial ha sido mantener la discreción absoluta, confiando probablemente en que las aguas vuelvan a su cauce. Sin embargo, la falta de una respuesta clara solo alimenta más especulaciones y malestar entre las familias implicadas, quienes consideran que se está creando un precedente injusto para futuros casos similares.