Una persona sonriente en primer plano con un emoji de enojo superpuesto y un fondo de cocina con chefs trabajando.

Rapapolvo de Maria Nicolau a los restaurantes caros

La cocinera aprovechó su altavoz en redes para denunciar una situación injusta.

Una simple servilleta ha bastado para que las redes sociales ardan. Maria Nicolau, chef catalana y referente habitual en debates sobre gastronomía y ética culinaria, lanzó una afirmación rotunda que ha desatado todo tipo de reacciones: “No me da la gana aceptar que en un restaurante de 60 € el cubierto me pongan servilleta de papel”.

La frase, publicada en su perfil de X (antes Twitter), ha sido vista por más de 70.000 personas y ha dividido a la audiencia. En plena era del debate viral, donde todo puede ser cuestionado y defendido con igual pasión, Nicolau ha tocado una fibra sensible: el equilibrio entre precio y experiencia en la restauración.

¿Hasta qué punto un restaurante de precio medio-alto puede descuidar detalles como la ropa de mesa? ¿Es una servilleta un símbolo de elegancia, higiene o simplemente una preferencia personal? Estas preguntas han rebotado entre chefs, comensales y tuiteros durante días.

Dos personas enfrentadas con un efecto de contorno rojo y un símbolo de
Montaje en el que aparecen Maria Nicolau y Karlos Arguiñano. | Atresmedia, Getty Images, Instagram, XCatalunya

Papel versus tela: ¿cuestión de higiene o de imagen?

Algunos usuarios reaccionaron rápidamente a favor de la cocinera. Consideran que si uno paga más de 50 o 60 euros por una comida, la experiencia debe estar a la altura: vajilla impecable, servicio atento, y sí, una servilleta de tela. En cambio, otros internautas defendieron la servilleta de papel como una alternativa “más higiénica”.

Uno incluso comentó que le daban asco las de tela, comparándolas, de forma provocadora, con ropa interior usada pero lavada. Maria Nicolau no tardó en responder: “¿Entonces los tenedores, vasos, platos, tazas y hasta el váter también deberían dar asco?”.

Una persona con gafas y camiseta oscura gesticula mientras está sentada en una cocina moderna con muebles de madera y electrodomésticos.
Maria Nicolau y una cocina de fondo en un montaje. | TV3, XCatalunya

Para ella, salir de casa ya implica un pequeño acto de fe, y la servilleta de tela, debidamente higienizada, forma parte del ritual gastronómico como cualquier otro utensilio. De hecho, apuntó que en hostelería profesional la ropa de mesa se lava a más de 60 ºC con productos específicos que garantizan una desinfección absoluta.

Una crítica con base científica

Como buena divulgadora, Nicolau no se limitó a lanzar su opinión sin respaldo. Apuntó que no existe ninguna evidencia científica de que las servilletas de tela supongan un riesgo sanitario. Citó informes de organismos como la OMS, la EFSA (Europa), la FDA (EE.UU.) y la AESAN (España), que no recogen ni un solo caso de intoxicación alimentaria relacionado con el uso de servilletas de tela en restaurantes.

Además, denunció que la supuesta superioridad de lo desechable es más una construcción cultural que una verdad médica. La lógica del “usar y tirar” ha ganado peso en muchos sectores, pero, según Nicolau, responde más a una percepción de limpieza que a un análisis empírico. 

La polémica se traslada a la cocina

No es la primera vez que Nicolau se posiciona con claridad en redes sociales. La autora de ¡Quemo! es conocida por su carácter combativo y su defensa de una cocina honesta, sin trampas ni artificios. Su intervención, en este caso, va más allá de una simple queja: plantea una reflexión sobre qué estamos dispuestos a aceptar en experiencias gastronómicas que no son precisamente económicas.

¿Puede un restaurante cobrar 60 euros el cubierto y ahorrar en servilletas? ¿Es un síntoma de desidia, de reducción de costes o de desprecio al cliente? ¿O, como algunos argumentan, es simplemente una elección estética más moderna y práctica? El debate sigue abierto, y como siempre, Nicolau no ha dejado indiferente a nadie.

El gesto que lo dijo todo

El detalle más impactante no fue su tuit ni su cruce de argumentos con los usuarios, sino lo que ocurrió unos días después. En un restaurante de Barcelona, Nicolau pidió la carta, pidió vino… y cuando el camarero le entregó una servilleta de papel, se levantó, la dejó doblada sobre la mesa, pagó la bebida… y se fue sin cenar.

Su mensaje final lo publicó esa noche en redes: “No se trata de servilletas. Se trata de respeto”.