La vida de las familias reales siempre despierta curiosidad, y aún más cuando salen a la luz detalles sobre su vida privada. Pilar Eyre, especializada en la crónica real, ha desvelado información que arroja una nueva perspectiva sobre la infancia de Elena y Cristina de Borbón. Las revelaciones, lejos de ser anecdóticas, muestran un lado poco conocido y más humano de las infantas, marcando un contraste con la imagen pública que se tiene de ellas.
Una infancia marcada por la ausencia parental
Según Pilar Eyre, Elena y Cristina de Borbón vivieron una infancia con más sombras que luces en lo que respecta a la relación con sus padres. La periodista asegura que ambas estuvieron "desasistidas" emocionalmente durante sus primeros años de vida. Debido a sus compromisos institucionales y personales, la reina Sofía y el rey Juan Carlos no pasaban demasiado tiempo con ellas.
Eyre describe un entorno en el que las infantas crecieron rodeadas de lujo, pero con una atención familiar limitada. La crianza de las hijas recaía principalmente en el personal doméstico y en cuidadores externos, quienes desempeñaban el rol de figuras de apoyo en el día a día. Esta situación habría influido en su carácter y en la manera en que enfrentaron los retos de la vida adulta, incluyendo su formación como miembros de la Casa Real.
Un contraste con la imagen pública
A lo largo de los años, Elena y Cristina de Borbón han sido percibidas como figuras sólidas dentro de la monarquía. Así, la preparación que recibieron les ha permitido, a lo largo de los años, cumplir con sus deberes institucionales. Sin embargo, las palabras de Pilar Eyre presentan un relato diferente, en el que la distancia emocional con sus padres marcó profundamente su desarrollo personal.
Eyre menciona que la reina Sofía, a pesar de su dedicación pública, no siempre pudo compatibilizar sus obligaciones con el tiempo que requerían sus hijas. Por su parte, el rey Juan Carlos, centrado en sus compromisos oficiales y su vida personal, tampoco fue una presencia constante.
Las consecuencias de una infancia distante
Pilar Eyre señala que esta falta de cercanía emocional podría explicar algunas de las decisiones y actitudes de las infantas en su vida adulta. Elena y Cristina habrían aprendido desde pequeñas a lidiar con la soledad emocional, desarrollando una independencia temprana que, a la vez, las habría hecho más reservadas en sus relaciones personales.
Estas revelaciones no solo arrojan luz sobre la infancia de las infantas, sino que también ofrecen un retrato más humano y menos idealizado de la vida en la realeza. Esto nos recuerda que detrás de los títulos y el protocolo, se encuentran personas con experiencias y desafíos propios.