La Princesa Leonor ha cruzado oficialmente la mayoría de edad, lo cual conlleva la asunción de nuevas responsabilidades institucionales. Tras su juramento para cumplir con sus obligaciones como heredera al trono, el futuro de la monarquía parece bien encauzado a ojos de la ciudadanía.
No obstante, al mismo tiempo que se afianza en su papel público, la hermana mayor de la Infanta Sofía vive también la etapa propia de cualquier joven de su edad. Deseosa de disfrutar de su tiempo libre y de los planes habituales de la gente de su generación: salir a tomar algo con amigos, bailar o cenar en un restaurante.
En el centro mediático de forma constante
El problema radica en que, como futura reina de España, Leonor debe extremar las precauciones respecto a su imagen. Cada salida nocturna, cada visita a un local de ocio e incluso cualquier instante de diversión puede convertirse en material comprometido si cae en manos de desconocidos con un teléfono móvil. De hecho, durante sus primeras semanas en la Academia General Militar de Zaragoza, salieron a la luz fotografías de la princesa en una discoteca.
Tomadas por otros jóvenes que coincidieron con ella; estas imágenes generaron preocupación y cierto malestar en el entorno de la Casa Real. Principalmente en sus padres, Felipe VI y Letizia, quienes reconocen la necesidad de que Leonor experimente la juventud. Pero a la vez temen las repercusiones de su vida privada en la imagen institucional.
Para evitar filtraciones, los escoltas de Casa Real han tomado medidas más estrictas. Según se ha sabido, cuando identifican a alguien que esté tratando de fotografiar directamente a Leonor, se acercan para pedirle que deje de hacerlo.
Las medidas radicales de sus padres
En casos más extremos, llegan incluso a llevar a esa persona a un lugar apartado, como un baño, donde revisan su teléfono y borran todas las capturas que consideren “prohibidas”. El objetivo es frenar la propagación de material que pueda perjudicar la reputación de la heredera, evitando instantáneas que la muestre en situaciones poco favorables.
Para paliar esa falta de libertad en lugares públicos, la Casa Real ha puesto a disposición de la princesa un apartamento privado. Un espacio donde Leonor puede recibir a sus amigos, organizar reuniones o pequeños eventos sin correr el riesgo de ser fotografiada. Este compromiso puede resultar una opción intermedia que satisfaga, al menos en parte, la necesidad de la joven de vivir su adolescencia y juventud.
Y al mismo tiempo no comprometer la imagen de la institución a la que representa. Así pues, ni Froilán ni Victoria Federica han sido protagonistas en esta ocasión. La polémica gira en torno a Leonor y a las fotos que, según se ordena, deben ser borradas para proteger la reputación de la futura reina de España.