La realeza española vuelve a encontrarse en el ojo del huracán tras el reciente diagnóstico del rey emérito Juan Carlos I, quien según fuentes cercanas sufre una enfermedad degenerativa que amenaza su autonomía y plantea nuevas tensiones en su aislamiento en Abu Dabi.
Novedades sobre su estado de salud
Algunos medios han confirmado que Juan Carlos I, de 87 años, padece artrosis en fase muy avanzada, que afecta principalmente a caderas, rodillas y movilidad, comprometiendo su facultad para caminar y obligándole a valerse de silla de ruedas.
Su entorno más íntimo, formado por familiares y allegados, ha sido el primero en conocer el alcance de este diagnóstico que, además de dolencias físicas, acarrea signos de deterioro cognitivo leve. El rumor comenzó a resonar en marzo de este año cuando informó que la enfermedad llevaba dos años desarrollándose sin freno.

Casa Real calla
A día de hoy, ni la Casa Real ni Felipe VI han emitido un comunicado público. No obstante, diversos portavoces cercanos a Zarzuela habrían confirmado en privado que la situación médica ha sido comunicada internamente, limitando la exposición del emérito para proteger la imagen de la institución.
En redes sociales, la noticia ha generado amplio revuelo. Testimonios en foros y plataformas como Twitter y Facebook se centran en la vulnerabilidad del rey emérito, mezclando preocupación con críticas respecto a su prolongada ausencia de España. Un usuario señalaba que “lo más duro no es la enfermedad… es saber que lleva meses lejos sin ningún gesto de reconciliación familiar”. Aunque no se muestran impresiones textuales aquí, esa sensibilidad colectiva ha sido constante.
Antecedentes de salud
Medios como La Península añadían que la artrosis estaría tan avanzadas que ni la medicina regenerativa lograba frenar el progreso. A tal punto que su madre, la reina Sofía, habría padecido una condición similar, lo que sugiere un posible componente hereditario.

Estos problemas se suman a una larga lista de intervenciones, cirugías de cadera, rodilla o corazón que el rey emérito acumula desde hace una década, así como al episodio más reciente de febrero de 2025, cuando regresó a Suiza para revisiones médicas y seguimiento.
Impacto en la Casa Real
El diagnóstico, confirmado solo a su círculo íntimo, añade tensión a la ya complicada relación entre Juan Carlos I y Felipe VI. Se cree que el emérito teme un final solitario y frío lejos del país que guió en la Transición, pero las objeciones de su hijo se mantienen firmes, priorizando la estabilidad de la Corona.
La falta de un posicionamiento público por parte de la Casa Real refuerza la estrategia actual: preservar la imagen de normalidad institucional y evitar filtraciones que puedan alimentar presiones políticas o mediáticas. Sin embargo, la pregunta sobre su posible retorno a España, más que propagarse, se aleja con el paso del tiempo.
El panorama es delicado: la enfermedad degenerativa —principalmente artrosis— y los indicios de deterioro cognitivo no solo golpean la salud del rey emérito, sino que reactivan el debate sobre su legado y la imagen de la monarquía. Varios escenarios de futuro siguen abiertos.