Maria Nicolau ha desvelado una sorprendente conexión entre la historia del bikini (la prenda) y el famoso sándwich de jamón y queso llamado también “bikini”, con Barcelona como epicentro. La chef y escritora catalana ha provocado que miles de usuarios en Instagram se preguntaran por qué ese nombre un tanto dispar para un simple bocadillo. Pero la explicación va más allá de la moda: atraviesa discotecas emblemáticas, crónicas gastronómicas y memoria colectiva catalana.
Del croque‑monsieur a “bikini” en Barcelona
En un vídeo que circula por redes, Nicolau cuenta cómo aprendió localmente que ese trozo de pan caliente se llama bikini gracias a una sala de fiestas de Barcelona. Su relato mezcla humor, cultura popular y gastronomía popular. La publicación fue rápidamente compartida y comentada. Esta repetición ha llevado a muchos periodistas y medios gastronómicos a investigar el mito del origen catalán del bikini‐sandwich.
Según investigaciones periodísticas recientes, el término “bikini” llegó a popularizarse en Cataluña gracias a la Sala Bikini, inaugurada en la avenida Diagonal de Barcelona en los años cincuenta por empresarios belgas. Era una discoteca con restaurante donde, entre los aperitivos, servían un sándwich gratinado de queso y jamón (adaptación del croque‑monsieur). Los clientes lo pedían como “el bocadillo del Bikini” o “el de la sala Bikini”. De ahí derivó el uso del nombre para referirse a ese tipo de sándwich en toda Cataluña.

El cocinero Joan Gurguí, creador de “La Bikineria”, ha explicado que el nombre se popularizó en los cafés catalanes y que él mismo ha contribuido a convertirlo en objeto cultural gastronómico. Gurguí recomienda pan sin corteza, mantequilla salada y servirlo siempre caliente para respetar su identidad original. Otros chefs, como Rafa Zafra, han reinterpretado el bikini en clave gourmet, destacando su valor nostálgico y sencillo pero técnico.
Maria Nicolau y su estilo narrativo único
Lo que distingue el vídeo viral de Nicolau no es solo el dato histórico, sino su capacidad para convertir una casualidad gastronómica en una reflexión cultural. Hace referencia al concepto del bikini como un “clics”—un artefacto cultural que conecta moda, memoria y comida—sin caer en exageraciones. Su estilo empático, crítico con lo pretencioso del mundo gourmet y con raíces en su obra (como en su libro Cocina o barbarie) aporta credibilidad y cercanía.
El bikini‑sandwich es un símbolo de tradición y nostalgia en Cataluña. Es una especie de “magdalena de Proust” gastronómica, en palabras de Pep Antoni Roig, evocadora de la infancia y el hogar. En pleno verano, cuando los debates sobre la moda del bikini real escalan en playas y redes, resulta casi poético que un simple bocadillo comparta nombre con la prenda. Además, con medios locales y nacional sumándose al tema, la difusión está garantizada.

El efecto TikTok e Instagram
La red social ha acelerado la viralidad del relato de Nicolau, que ha sido replicado por cuentas de gastronomía, programas de radio y perfiles dedicados a cultura catalana. Muchos han agradecido la explicación del origen y otros han compartido recuerdos personales de cafés donde pedían bikini de toda la vida. El post ha sumado miles de comentarios identificando su propio “lugar del bikini” en sus bares de confianza.
La viralidad actual no es caprichosa. El relato de Maria Nicolau ha conectado historia local (la Sala Bikini de Barcelona con gastronomía popular (el sándwich mixto catalán). Ha agitado la identidad alrededor de un plato humilde, llevándolo al centro de la conversación cultural.