La reconocida cocinera Maria Nicolau ha vuelto a encender las redes sociales con una crítica directa a una tendencia cada vez más presente en la restauración de alto nivel: la eliminación de los carbohidratos de los menús. Desde su perfil en la plataforma X (antes Twitter), la chef denunció que se está desterrando el arroz y otros ingredientes saciantes.
Con su habitual estilo irónico y sin pelos en la lengua, Nicolau escribió: “Nos estáis desterrando los hidratos de carbono de las cartas y nos está quedando una restauración gastro en Barcelona con raciones de modelo a precios de tinta de impresora”. El mensaje, a medio camino entre la denuncia y la sátira, ha generado una oleada de reacciones tanto a favor como en contra.
“Cocina de producto” que deja vacío el estómago
“Menos mal que al salir podemos comprarnos un buen kebab en cualquier esquina como postre”, añadió con sarcasmo. El comentario, aunque humorístico, deja entrever una profunda crítica a la falta de coherencia entre los valores que muchos restaurantes dicen defender y lo que realmente sirven en el plato.

Nicolau cuestiona la lógica detrás de lo que algunos chefs denominan “cocina de producto”. Según ella, esta etiqueta se ha convertido en una excusa para presentar platos escasos en cantidad, pero elevados en precio. “Te dan un trozo de sardina ahumada por 23 euros y tú sales con hambre”, denunció.
Más allá de la crítica gastronómica, hay también una reflexión sobre la relación entre tradición y modernidad. La cocinera pone como ejemplo el arroz a la cazuela, un plato que —según dice— nació precisamente como una forma de poder vender cuatro gambas con margen. Es decir, el carbohidrato era el aliado perfecto del restaurante para ofrecer un plato rentable y sabroso.

El valor nutricional y económico de los hidratos
Los hidratos de carbono —como el arroz, la pasta o las legumbres— forman parte esencial de la dieta mediterránea. Eliminar estos ingredientes por una moda gastronómica puede acabar desvirtuando la identidad de la cocina catalana y española. Para Nicolau, esto es especialmente grave cuando se hace a cambio de una estética supuestamente “fina” o “minimalista” que, en realidad, empobrece el plato.
Como alternativa, la cocinera invita a los usuarios a revisar el perfil @socdevida, conocido por compartir imágenes de platos de restaurantes de alta gama donde la ración es ínfima y el precio exorbitante. Un recurso gráfico que ayuda a visualizar el tipo de tendencia que denuncia: platos bellamente presentados, pero que no cumplen su función básica de alimentar.
Crítica con fondo popular
El mensaje de Nicolau ha calado porque no solo habla de comida, sino de una forma de entender la cocina. Su discurso conecta con muchas personas que ven cómo comer fuera se ha convertido, en algunos casos, en una experiencia estética más que nutritiva. Comer bien no debería estar reñido con comer suficiente.
No es la primera vez que la chef defiende este tipo de posicionamientos. Ya en anteriores intervenciones, había cuestionado modas como las espumas sin sentido, los menús kilométricos con raciones minúsculas o la obsesión por el emplatado por encima del sabor. En todos los casos, su punto de partida es la honestidad culinaria.
Su estilo directo, incluso provocador, genera controversia, pero también plantea un debate necesario. ¿Estamos ante una gastronomía que ha perdido el norte? ¿Tiene sentido pagar precios elevados por platos incompletos? Para Nicolau, el camino pasa por recuperar el sentido común y no olvidar que, antes que todo, comer es un acto de placer y necesidad.
La reflexión de fondo: cocinar para saciar, no solo para impresionar
En una sociedad donde muchas personas apenas llegan a fin de mes, la idea de pagar 23 euros por un plato que deja con hambre resulta, como mínimo, desconcertante. Nicolau no solo denuncia un problema culinario, sino también cultural y social. Comer fuera de casa se está convirtiendo en un lujo elitista, alejado de las necesidades reales de la mayoría.
Lo que la cocinera reclama no es volver atrás, sino recuperar el equilibrio entre innovación y sentido común. Puedes ser creativo sin dejar de ser generoso en el plato. Puedes ser moderno sin renunciar a lo esencial. Y, sobre todo, puedes hacer alta cocina sin olvidar que el comensal espera salir del restaurante satisfecho, no hambriento.
Así, entre ironías, nostalgia y sentido común, Maria Nicolau ha vuelto a poner el dedo en la llaga, agitando un debate que, más allá de lo gastronómico, habla también de la relación entre cocina, cultura y justicia social.