Mujer con gafas hablando frente a un fondo de panes variados y la silueta de Cataluña con los colores de la bandera catalana

Maria Nicolau defiende dos sectores clave en Catalunya: 'Los modelos...'

La famosa cocinera carga contra ciertas cadenas de hornos.

La reconocida cocinera catalana María Nicolau ha vuelto a convertirse en altavoz de un debate esencial en la sociedad catalana: la defensa de los pequeños productores, del campo catalán y de los hornos tradicionales frente a las grandes cadenas industriales que han invadido las calles de ciudades como Barcelona.

Nicolau ha subrayado el papel crucial que juegan tanto en la alimentación como en la protección del territorio. “No se les escucha, no se les tiene en cuenta”, ha denunciado, destacando que su labor va mucho más allá de cultivar trigo o cuidar animales: “Gestionan y cuidan el paisaje, previenen incendios, protegen la tierra”.

El pan como símbolo de comunidad

Para Nicolau, el pan no es simplemente un alimento. Es el resultado de una cadena humana, de una red invisible que une el campo con la ciudad, lo rural con lo urbano. “Cuando el trigo se convierte en pan en un horno artesanal, estamos alimentando a una familia, manteniendo un oficio, haciendo posible el relevo generacional”, explica.

Mujer con gafas y camiseta gris gesticulando junto a un emoji nervioso sobre un camino rural
Maria Nicolau relata el susto que acaba de sufrir en la carretera. | XCatalunya, Maria Nicolau

En su visión, los hornos tradicionales no son solo puntos de venta: son espacios de relación y comunidad.  “Hace días que no veo a Conxita, ¿no habrá venido a por su barra de cuarto?”, ejemplifica Nicolau con ternura, describiendo ese tejido humano que hace que una ciudad no sea un simple polígono industrial, sino un espacio con alma.

Crítica dura a las cadenas internacionales

Frente a este modelo de proximidad, María Nicolau lanza una crítica directa a las grandes cadenas de panaderías con cafetería. Para ella, estas empresas no tienen ningún interés real en el pan ni en la cultura alimentaria catalana. “Estos modelos gestionados por fondos de inversión tienen cero interés en el producto. Lo que les interesa es la especulación inmobiliaria”, denuncia.

Persona con camiseta oscura y gafas gesticulando frente a una estantería de libros junto a un emoji de cara pensativa
Maria Nicolau y su petición a las editoriales. | XCatalunya

Según su análisis, lo que estas cadenas buscan no es ofrecer buena bollería ni cuidar al cliente, sino mantener licencias de restauración activas para después revender el local a un precio más alto. “Lo que tienen entre manos es un negocio de compra-venta de patrimonio, no una panadería de verdad”, afirma.

Un modelo que vacía los barrios

La consecuencia de este fenómeno es doble: por un lado, se expulsa a los hornos tradicionales que no pueden competir con los precios bajos y los alquileres elevados; por otro, se vacía el barrio de vida, de relaciones humanas, de calidez. En palabras de Nicolau, “un barrio no es solo un grupo de calles, es un grupo humano que se da calor”.

Y es que cuando desaparecen los pequeños comercios, desaparece también la posibilidad de crear comunidad, de encontrarse, de mirar a los ojos. Los grandes locales impersonales pueden vender café y croissants, pero no pueden ofrecer conversación, preocupación ni memoria colectiva.

Una llamada urgente a reflexionar

Con su discurso apasionado y honesto, María Nicolau nos invita a mirar más allá del escaparate. A pensar en lo que hay detrás de una barra de pan. A valorar el trabajo invisible de quienes nos alimentan, de quienes cuidan la tierra y de quienes, con sus manos, hornean cada día la tradición.

Porque defender la alimentación de verdad es también defender la cultura, la tierra y el alma de Catalunya. Y eso, como bien recuerda Nicolau, no se puede hacer desde un fondo de inversión.