El panorama de la realeza suele ser un tablero diplomático en el que los protagonistas parecen actuar siguiendo protocolos estrictos y un mutuo respeto que rara vez se ve quebrantado. Sin embargo, las últimas informaciones apuntan a un inusual roce entre dos monarcas muy populares en Europa: Letizia Ortiz, Reina de España, y Máxima Zorreguieta, Reina de los Países Bajos.
Ambas tienen bastante en común, al menos en lo formal —sus funciones como consortes al frente de monarquías europeas—, pero según las crónicas, sus formas de entender el rol, su carácter e incluso la educación de sus hijas divergen tanto que estaría estallando un “choque” diplomático.
Un “desplante” en Auschwitz
La chispa más reciente que habría encendido esta supuesta desavenencia ocurrió en el acto de conmemoración del 80.º aniversario de la liberación del campo de concentración de Auschwitz, donde se reunieron múltiples casas reales para rendir homenaje a las víctimas del Holocausto. Allí coincidieron Letizia y Máxima, junto a otras royals como Mary de Dinamarca. Sin embargo, al finalizar la ceremonia, según medios como la revista portuguesa Flash, la Reina de España abandonó rápidamente el lugar, sin despedirse de sus colegas, dejando a Felipe VI en la tarea de dar explicaciones finales a los anfitriones y al resto de monarcas.
Esta actitud, que algunos han descrito como “espantá” y “corrida por patas”, contrasta con la habitual cordialidad que se exige en este tipo de encuentros. Para algunos, es un gesto totalmente out of place y, si las especulaciones son ciertas, podría haber generado un enojo particular en Máxima de Holanda y Mary de Dinamarca, con quienes se mantenía un contacto institucional. La revista portuguesa Flash califica esta acción como “inaceptable”, aunque no se dispone de imágenes contundentes que ilustren el supuesto desplante.
Diferentes modos de ejercer la realeza
Hace tiempo que se subrayan las distancias entre el estilo de Letizia y el de Máxima. La reina consorte holandesa es reconocida por su calidez y espontaneidad, mostrándose a menudo alegre, muy cercana a la gente y destacando, incluso, en eventos populares de otros países. Se recuerda su aparición estelar bailando sevillanas y vestida de faralaes en la Feria de Abril. Por el contrario, Letizia mantiene un perfil más formal y recatado, y es poco habitual verla en público participando en fiestas populares, salvo actos oficiales, e insiste siempre en un protocolo estricto.
Estas diferencias, afirman algunos medios, se extienden a la manera en que ambas crían a sus hijas. Mientras Máxima ha propiciado la inserción de Amalia en la escena internacional a través de una agenda diplomática y de estudios en el extranjero, Letizia opta por un modelo más reservado para Leonor y Sofía, hasta el punto de que, en su 18 cumpleaños, la Princesa de Asturias no ofreció la tradicional “fiesta real” que se estila en otras monarquías, y no se invitó a jóvenes herederos de otras Casas reinantes. Tampoco ha habido encuentros de Leonor con Amalia ni con Christian de Dinamarca o Elisabeth de Bélgica, algo que en otros países se considera una costumbre real muy arraigada.
Choque de caracteres y educación distinta
Este posible distanciamiento se hace todavía más notorio con la elección de Leonor por una formación militar en la Armada española. La Princesa de Asturias ha emprendido su segunda etapa en las Fuerzas Armadas, embarcada en el Juan Sebastián Elcano, mientras Amalia de los Países Bajos dedica más esfuerzos a su formación diplomática y universitaria.
La contraposición de proyectos vitales y la gestión del día a día real han llevado a algunos cronistas a hablar de un “nuevo cisma” en la realeza, centrado en las dispares visiones de Letizia y Máxima sobre cómo formar a las herederas de sus respectivas coronas.
De esta forma, la comparecencia de Letizia en Auschwitz, su salida apresurada y el recordatorio de los actos en que Leonor ha tenido —o no— participación, amplifican la supuesta confrontación en la opinión pública. Para varios medios, en especial los internacionales, es un síntoma de “frialdad” y “distancia” que la Reina de España habría instaurado en sus relaciones con las otras monarquías. Hasta ahora, la Casa Real española no ha emitido comunicado alguno para desmentir o confirmar estos rumores, pero el ambiente parece tensionarse.