La cocina catalana no solo huele a tradición, sino también a ironía, ingenio y personalidad. Y si hay alguien que lo representa a la perfección es Maria Nicolau. La chef de Vilanova de Sau no solo conquista con sus recetas sinceras y sin postureo, sino también con su capacidad para reírse de todo, incluso de sí misma. Esta semana, ha vuelto a hacerlo. Aunque esta vez, el plato fuerte no estaba sobre la mesa, sino en las páginas del diario Le Monde.
Sí, Le Monde. Uno de los periódicos más prestigiosos del mundo ha dedicado espacio a esta cocinera catalana que se ha convertido en una de las voces más originales del panorama gastronómico actual. ¿Por qué? Porque Maria no solo cocina, también escribe, reflexiona, provoca, cuestiona y comunica con una mezcla de ternura, desparpajo y firmeza que muy pocos tienen.

Orgullo, humor... y algo más
Cuando alguien aparece en un medio como Le Monde, lo natural es que la reacción sea de orgullo, emoción, tal vez alguna lágrima. En el caso de Maria Nicolau, todo eso está... pero condimentado con ese toque tan suyo, tan de casa, tan de reír para no llorar, o para llorar de risa. Porque mientras muchos compartían la noticia de su aparición con entusiasmo genuino, ella decidió ir más allá.
Lo hizo como suele hacerlo: en sus redes, con tono burlón, con la sonrisa en los ojos y la lengua bien afilada. Desde hacía días, lo confesó ella misma, iba diciendo a todo el mundo: “Mama, mama, surto a Le Monde, mira, mira!”. Y sí, era cierto. Salía. Y lo contaba con ilusión... pero también con la expectativa de algo más.

La respuesta que no llegó
Quien conoce a Nicolau sabe que le encanta jugar con las palabras, retorcerlas, exprimirlas. Sabe que es capaz de convertir un chiste en un manifiesto, y una broma en una crítica social afilada. Por eso, tras tanto insistir con su aparición en Le Monde, esperaba una respuesta. Una en concreto. Una que, para su decepción —y para su deleite posterior—, no llegó. Nadie se la dijo.
Y entonces lo soltó. En un tuit que ya circula como uno de los mejores juegos de palabras de los últimos tiempos, escribió:
“Tants dies donant la tabarra ‘mama mama surto a Le Monde mira mira’ i ningú m’ha dit ‘Maria, ets la monda’. Ja no sou lo qu’éreu. Molt decepcionada.”
Una broma brillante y un reproche encantador
Ahí estaba. El chiste perfecto. El juego de palabras que lo resumía todo: el nombre del diario francés y una expresión catalana clásica para decirle a alguien que es lo más, que lo peta, que lo rompe. “Ets la monda”. El tipo de frase que uno espera de su círculo cercano, de quienes te conocen y te quieren. Pero esta vez, nadie lo dijo… hasta que ella misma se lo regaló.
Y así, Maria Nicolau no solo se consagra en los fogones o en los medios franceses. También lo hace en la ironía, en el juego y en esa forma tan suya de recordar que la cocina, como la vida, está hecha para saborearla… y reírse un poco.