Este 19 de junio de 2025, coincidiendo con el undécimo aniversario de su proclamación como rey, Felipe VI sorprendió al conceder por primera vez en su reinado seis títulos nobiliarios. Entre ellos, figuras destacadas del deporte, la música, el activismo y la ciencia recibieron Marquesados. Pero algunos observadores se han centrado en una supuesta “discriminación” hacia la comunidad científica. ¿Qué hay de cierto?
Títulos, nombres y mucha controversia
El Rey nombró Marqués de Llevant de Mallorca al extenista Rafael Nadal, en reconocimiento a su carrera emblemática. Otros recibieron distinciones semejantes:
Luz Casal como Marquesa de Luz y Paz. Teresa Perales, Marquesa de Perales. Cristina García Rodero, Marquesa del Valle de Alcudia.

Incluido en la lista, y también merecedor de un título, aparece el bioquímico Carlos López Otín, nombrado Marqués de Castillo de Lerés. Sin embargo, su distinción tiene carácter vitalicio, no hereditario.
Es precisamente esta peculiaridad la que ha dado lugar a críticas: mientras los títulos de los demás galardonados podrán transmitirse a sus herederos, el de López Otín no.
¿Por qué vitalicio?
La Casa Real justifica claramente este diferencial: Otín solicitó expresamente que su título no fuera hereditario, explicando que sus hijos “saben bien que su lugar en el mundo lo encontrarán con su trabajo y su esfuerzo diario”. Los medios destacan este matiz como un gesto de humildad y coherencia personal, no como una señal de discriminación hacia la ciencia.

Además, se subraya que la remuneración económica por los títulos es nula, y la normativa establece que solo aquellos con carácter vitalicio no se heredan automáticamente.
Reacciones en redes sociales
En Twitter e Instagram, seguidores de la ciencia y la cultura aplaudieron que un investigador de prestigio como Otín recibiera reconocimiento nobiliario. También hubo críticas: algunos argumentaban que convertir el título en no hereditario podía insinuar que la ciencia no merecía continuar en el tiempo. Sin embargo, analistas señalan que este reconocimiento vitalicio refleja exactamente lo contrario: la fuerza del mérito individual en la era del conocimiento.
La propia cuenta oficial del catedrático compartió su gratitud y explicó su decisión, destacando el valor simbólico del título como estímulo para futuras generaciones.

Precedentes del rey emérito
Felipe VI ejerció esta prerrogativa constitucional sin precedentes desde su ascenso en 2014. Hasta ahora solo había rehabilitado títulos históricos, pero nunca impulsado nuevos. El contraste con su padre es notable: Juan Carlos I concedió más de 50 títulos en cuatro décadas.
Al otorgar estas distinciones a personalidades del deporte, la ciencia, la música y el arte, el rey subraya un mensaje: la nobleza moderna está arraigada en la excelencia, el servicio y el talento.
Una clara discriminación
La acusación de discriminación queda clara: el título de Otín es un reconocimiento personal contundente, sin renuncia al mérito. Él mismo lo solicitó como vitalicio, rechazando cualquier vínculo hereditario. El resto de los premiados sí transmitirá su título, cuestión que responde a normas legales y solicitudes individuales, no a la profesión de cada galardonado.