La casa de Nandu Jubany cocina las celebraciones a fuego lento y las sirve con ternura de kilómetro cero. Esta vez, el chef catalán reservó mesa para un gesto íntimo que terminó emocionando a familiares, seguidores y curiosos. El calendario marcaba el santo de Elena Herms, la mujer que le enseñó la valentía, el humor y la disciplina del trabajo. Lo que llegó después fue una sorpresa mínima en formato, pero gigantesca en significado, con un deseo y una frase inolvidable.
El santo de Elena y el deseo que desarmó a toda la mesa
En un vídeo compartido por el cocinero en Instagram, Elena aparece ante una vela, agradecida, rodeada por su familia. Nandu se acerca, la felicita con complicidad y le pide que piense un deseo, guardándolo en secreto para que se cumpla. Entonces llegó la frase que disparó las lágrimas y los comentarios: “Soy la mujer más feliz del mundo”, repite Elena con sonrisa enorme. La escena se difundió coincidiendo con el 18 de agosto, día de Santa Elena, onomástica celebrada en España y América Latina cada verano.
El retrato de una madre con coraje en TV3
El vínculo entre madre e hijo había quedado retratado en TV3, cuando Gemma Nierga entrevistó a Elena en “Els meus pares”. Allí la describieron como la versión femenina de Jubany, una mujer vital y directa, con una energía contagiosa que recuerda poderosamente al chef. Aquel programa subrayó su papel esencial en la infancia del cocinero, criado entre ollas en el restaurante familiar del Moianès. Cinco años después, el gesto del santo confirma que la fortaleza de Elena permanece intacta y que su influencia continúa marcando a la familia.

Un chef con estrella que elige lo pequeño
El cocinero de Can Jubany ha construido un relato público donde la familia ocupa siempre la primera línea de sus decisiones. Su restaurante homónimo figura destacado en la Guía Michelin por equilibrar tradición catalana y vanguardia con producto de proximidad. Por eso sorprende menos que la celebración del santo fuese sencilla, doméstica y cálida, exactamente lo que un hijo querría regalar. Un abrazo, un beso en la mejilla y esa invitación a pedir un deseo bastaron para llenar de sentido el momento.
El vídeo se compartió en historias del chef y fue recogido por medios locales, donde se destacó la frase de Elena. La publicación llegó tras unos días de descanso del equipo, anunciados por el propio cocinero, y reforzó su imagen cercana y familiar. No hubo posado impostado ni gran producción, solo una mesa, una vela y una madre celebrando su onomástica con naturalidad emocionante. Elena agradeció, recordó que ya había sido feliz el invierno anterior y dejó claro que la felicidad también se entrena con constancia.
Una fecha cargada de simbolismo para ‘Santa Elena’
La onomástica de Santa Elena recuerda a la madre del emperador Constantino, asociada a la búsqueda de la Vera Cruz en Tierra Santa. Ese trasfondo de perseverancia y fe explica por qué muchas familias mantienen la tradición y convierten el día en una celebración íntima. Queda por ver si esa vela se traduce en nuevos proyectos compartidos o en otra sobremesa memorable donde la primera palabra vuelva a ser gracias. Por ahora, nos quedamos con un resumen sencillo: santo, sorpresa mínima, deseo secreto y una madre proclamando su felicidad sin filtros.