La reciente decisión de la Infanta Sofía de no asistir al desfile militar del Día de la Hispanidad ha generado un gran revuelo dentro de la monarquía española. Este gesto marca una clara distancia con el camino que ha seguido su hermana, la Princesa Leonor. Quien sí ha aceptado la formación militar que el Rey Felipe VI y la Reina Letizia han impulsado como parte de su preparación académica para heredar el trono.
A sus 17 años, la Infanta Sofía ha manifestado su deseo de no seguir ese rumbo, posicionándose como una figura diferente dentro de la familia real y la monarquía española.
Un acto de rebeldía
Esta rebelión no es solo un simple acto de independencia juvenil, sino que representa un verdadero desafío para la imagen de cohesión que la Casa Real intenta proyectar. Mientras la Princesa Leonor, la heredera al trono, ha abrazado el rol de futura jefa de Estado con disciplina militar.
La Infanta Sofía ha dejado claro que no tiene intención de convertirse en el "plan B". Según fuentes cercanas a la Casa Real, la Infanta prefiere enfocarse en sus estudios académicos y en una futura carrera en el ámbito científico, un rumbo más liberal y menos institucionalizado.
El contraste entre ambas hermanas es palpable. Mientras Leonor luce con orgullo los uniformes de los tres ejércitos, la Infanta Sofía parece más cercana a la imagen de una joven moderna. Interesada en temas sociales y científicos, y menos comprometida con los símbolos tradicionales del poder.
Esta actitud ha sorprendido a muchos, pero no es un caso aislado en la historia reciente de la monarquía española. Las infantas Elena y Cristina tampoco pasaron por el ejército, aunque los tiempos eran aún más diferentes, y la formación militar femenina era casi inexistente en aquel momento.
El Rey Felipe VI, como jefe de las Fuerzas Armadas, esperaba que ambas hijas siguieran los pasos marciales que él mismo recorrió, pero su hija ha sido clara en su postura. Su ausencia en el desfile militar ha sido interpretada como una declaración pública de sus intenciones de no participar en los aspectos más tradicionales de la monarquía española. Esto crea un dilema para la institución, que cuenta con la imagen de unidad y preparación militar como parte de su estrategia de legitimidad.
Este gesto de la Infanta Sofía puede tener implicaciones más profundas para la monarquía española en los próximos años. La renuncia implícita a una formación militar podría interpretarse como un alejamiento de las responsabilidades dinásticas y una preferencia por una vida aún más privada y menos protocolaria. En cualquier caso, la Casa Real deberá manejar cuidadosamente esta situación para evitar que la decisión de Sofía afecte la imagen de cohesión que se ha esforzado tanto en construir.
La Infanta Sofía ha dejado claro que no seguirá a su hermana ni aceptará el papel que la tradición monárquica le ha reservado. Algo que puede marcar un antes y un después en el papel de las nuevas generaciones dentro de la monarquía española.