La vida de Irene Urdangarin, la hija menor de la infanta Cristina e Iñaki Urdangarin, ha sido una montaña rusa llena de altibajos y decisiones erráticas. Desde su infancia hasta ahora, Irene ha vivido bajo la sombra de escándalos familiares, entre juicios, polémicas y un apellido que pesa más que una losa. Y, aunque intentaba mantenerse al margen del foco mediático, parece que la joven no ha logrado escapar del drama que suele rodear a los Borbones. Ahora, el nuevo capítulo de su vida está protagonizado por la crisis en su relación con Juan Urquijo, que no ha tardado en saltar a los titulares y refuerza la idea de que la realeza española no es un ejemplo de estabilidad.
Irene pide tiempo: la crisis con Juan Urquijo
La relación entre Irene Urdangarin y Juan Urquijo parecía ser un remanso de paz dentro del convulso mundo de la familia real. Pero nada más lejos de la realidad. La joven ha decidido pedir tiempo en su relación con Urquijo, una decisión que algunos interpretan como un intento de poner orden en su vida, mientras que otros no pueden evitar pensar que se trata de una huida ante el miedo al compromiso. Sea cual sea la razón, Irene Urdangarin ha seguido la línea de los Borbones: decisiones impulsivas y cambios de rumbo inesperados.
Según fuentes cercanas, Irene ha expresado su deseo de alejarse por un tiempo de la relación, buscando centrarse en sus proyectos personales, que tampoco se sabe muy bien cuáles son. Ni a nivel de estudios ni trabajo ha hecho gran cosa y tiempo atrás se comentaba que quería ser influencer. En la boda de Teodora de Grecia y no se pudo ver a Juan Urquijo. Irene acudió sin acompañante.
Los primos: Victoria y Froilán, más de lo mismo
Lo cierto es que la trayectoria de Irene no sorprende si la comparamos con la de sus primos, Victoria Federica y Froilán, dos jóvenes que también se han ganado a pulso su reputación de llevar una vida más propia de la prensa rosa que de la realeza. Victoria Federica, con su presencia constante en fiestas y eventos de la alta sociedad, y Froilán, con sus repetidos altercados y decisiones cuestionables, parecen seguir la misma senda que ahora recorre Irene Urdangarin: una juventud marcada por la exposición mediática y las decisiones poco convencionales.
Victoria Federica, siempre bajo el foco, ha demostrado que prefiere la vida de influencer y socialité a la discreción esperada de un miembro de la familia real. Eso sí, al menos gana su propio dinero. Mientras tanto, Froilán, el eterno 'enfant terrible' de los Borbones, sigue acumulando polémicas y apareciendo en los titulares por razones que poco tienen que ver con los deberes institucionales. Y ahora, Irene se suma a este club de primos cuya vida parece ser más un guion de un reality show que la de una monarquía europea.