La vida de Cristina Serra ha dado un giro inesperado en las últimas semanas. Tras confirmarse los rumores sobre su separación de Pep Guardiola, la empresaria y excompañera de uno de los entrenadores más prestigiosos del mundo se ha convertido en el nuevo objetivo de los paparazzi en Barcelona. ¿El motivo? Su bajo perfil, su impecable gusto y la discreción que siempre ha rodeado a la hasta ahora esposa del técnico del Manchester City.
Cristina ha elegido el barrio de Pedralbes, la misma zona donde antes convivía con Guardiola, para continuar con su rutina diaria y dirigir su conocida boutique Serra Claret en pleno Eixample. Sin embargo, esta tranquila cotidianidad se ha visto alterada por la presencia constante de fotógrafos y periodistas. De la noche a la mañana, la tienda —un referente de la moda en la calle Provença— se ha convertido en punto de encuentro para los medios, ansiosos por obtener cualquier declaración sobre la ruptura.
De WAG discreta a protagonista involuntaria
A lo largo de las últimas décadas, Cristina Serra ha sabido mantenerse alejada de los focos, incluso en los momentos más gloriosos de Guardiola como futbolista y luego como entrenador en distintos clubes europeos. Ni una entrevista, ni una aparición pública que no fuese estrictamente necesaria. Mientras la figura de Pep Guardiola crecía, Cristina se dedicaba a su pasión por la moda y a gestionar su negocio sin alardes ni exhibiciones en redes sociales.
Ahora, tras conocerse la crisis conyugal, la comparan con Clara Chía, la joven pareja de Gerard Piqué que también pasó por el escrutinio mediático tras la sonada separación del exfutbolista y Shakira. Pero si Chía acabó temporalmente en el olvido, todo apunta a que la atención se ha volcado sobre Serra, convertida en “la otra gran historia” del Barça.
El encuentro con la prensa: “No tengo nada que decir”
La anécdota sucedió en plena calle Provença. Algunos medios la esperaban a la salida de su boutique. Al verla, cámaras y micrófonos se acercaron para formular la pregunta que todos quieren resolver: “¿Qué hay de cierto en que fue usted quien pidió el divorcio?”. La reacción de Cristina fue breve, fría y muy clara. En un catalán impecable contestó: “Perfecte, gràcies. Tot bé. No tinc res a dir i no diré res” (Perfecto, gracias. Todo bien. No tengo nada que decir y no diré nada).
La contundencia del mensaje deja poco margen a la especulación. Un “no” rotundo a cualquier debate público sobre su vida privada. Según los testigos, lo hizo sin alzar la voz, con elegancia, pero evidenciando molestia por la intromisión mediática. Ella, que siempre defendió su intimidad, no piensa cambiar de postura.
Fuentes en Manchester y la cronología de la separación
La exclusividad de la ruptura, según explicaron las periodistas Laura Fa y Lorena Vázquez, proviene no tanto del entorno barcelonés de la pareja, sino de Manchester, la ciudad que ha acogido a Guardiola desde hace años. Allí, conocidos de Pep aseguran que todo se desencadenó cuando el entrenador, en contra de las previsiones de su esposa, firmó la renovación hasta 2027 con el City, rompiendo las expectativas de regresar definitivamente a Barcelona.
Fuentes cercanas al técnico han apuntado que Pep dudaba en prolongar su contrato, especialmente al considerar que su vida familiar se había vuelto inestable. En un momento dado, los íntimos de Guardiola empezaron a ver indicios de que la pareja se distanciaba cada vez más. La gota que colmó el vaso habría sido una discusión agria en Barcelona el pasado mes de octubre, tras la cual, en noviembre, llegó la noticia del nuevo acuerdo laboral del entrenador. Según estos relatos, Cristina habría sentido que sus planes de vida juntos en Barcelona se desvanecían y optó por un cambio de rumbo: la separación.