Desde su embarque en el buque escuela Juan Sebastián Elcano el pasado enero, la princesa Leonor ha enfrentado una travesía marcada por desafíos físicos y mediáticos. La heredera al trono español, en pleno proceso de formación militar, ha tenido que lidiar con mareos persistentes, problemas de higiene y una exposición mediática que ha encendido las alarmas en la Casa Real.
Problemas constantes
La princesa Leonor, de 19 años, inició su formación naval a bordo del Juan Sebastián Elcano como parte de su preparación para asumir futuras responsabilidades como jefa de las Fuerzas Armadas. Sin embargo, su experiencia en alta mar ha estado lejos de ser tranquila.
Desde los primeros días, Leonor ha sufrido cinetosis, manifestada en mareos y vómitos, a pesar de la administración regular de biodramina. Estos síntomas, sumados a las exigencias físicas del entrenamiento y a las condiciones de vida a bordo, han afectado su bienestar general.
Además, la princesa ha enfrentado problemas de higiene derivados del riguroso reglamento del buque, lo que ha agravado su situación y ha generado preocupación en su entorno cercano.
A estos desafíos se suma la filtración de imágenes privadas durante sus escalas en América Latina. Fotografías de Leonor en bikini en una playa de Montevideo y en un centro comercial en Chile han sido difundidas sin su consentimiento, generando un intenso debate sobre la privacidad de la princesa y la responsabilidad de los medios.
Movimiento de Letizia Ortiz que perjudicaría a la monarquía
La reina Letizia ha mostrado una profunda preocupación por la situación de su hija. Considera que la permanencia de Leonor en el buque puede tener consecuencias negativas para su salud física y emocional, además de deteriorar su imagen pública en un momento especialmente delicado para la institución.
Ante este panorama, Letizia ha presionado discretamente para encontrar una solución. La consorte, que nunca quiso que Leonor siguiera esta formación, ha buscado argumentos para interrumpir la estancia de Leonor en el Elcano. Considera que la permanencia de su hija en el buque puede tener consecuencias negativas para su salud física y emocional, además de deteriorar su imagen pública en un momento especialmente delicado para la institución.
La estrategia es clara: realizar la salida de Leonor del Elcano de forma discreta, sin anuncios oficiales ni declaraciones públicas, para evitar que se convierta en el centro del foco mediático.
Una maniobra que, sin duda, sería objeto de críticas. Por un lado evidenciaría la sobreprotección de Letizia Ortiz con su hija. Pero especialmente volvería a dejar evidente que los Borbones tienen excesivos privilegios. Sin olvidar que esta actitud cobarde tampoco gustaría a habituales defensores de la monarquía y del Ejército.