Un hombre con gafas y expresión seria junto a una mujer rubia sonriente con fondo difuminado

Andrew Norton, confidente de Lady Di, explica lo que pocos sabían

Andrew Morton reabre las dudas sobre Carlos III y Camilla y recuerda cómo nacieron las cintas de Diana

La historia de Diana de Gales sigue latiendo como una herida que no cicatriza. Tres décadas después, su biógrafo vuelve a hablar y el eco resulta incómodo para la Corona británica.

Andrew Morton —a menudo citado erróneamente como “Norton”— aporta nuevos matices sobre aquello que la Casa Real intentó esconder. Y lo hace con la serenidad de quien estuvo dentro del secreto.

Morton vuelve al foco y justifica la desconfianza de Diana

En una entrevista reciente, Morton resume el sentir de la princesa con una frase que lo explica todo: “tenía todas las razones para estar paranoica”. No es un golpe de efecto: es el diagnóstico de quien escuchó, clasificó y publicó la cara B de Kensington cuando casi nadie se atrevía.

Un niño sonriente y una mujer seria aparecen juntos frente a una bandera del Reino Unido
El Príncipe George, nieto de Diana de Gales | YouTube, XCatalunya, Oleg de Visual Content

La reacción en redes ha sido inmediata, con el post de Madame Figaro encendiendo de nuevo el debate sobre la opacidad de “La Firma”.

Las cintas, Colthurst y el ‘Clark Kent’ que descorrió las cortinas

Morton recuerda cómo se fraguó el dosier que cambiaría para siempre la narrativa. Diana no se sentó frente a él; respondió preguntas en grabaciones que su amigo, el doctor James Colthurst, hacía llegar al periodista en cassettes.

Esa logística clandestina —mensajero, auriculares y prudencia militante— es la que luego retrató The Crown, con Morton como consultor de esa temporada. En la prensa británica ya le apodaban “Clark Kent”, y no solo por las gafas. La oficina revuelta, llamadas desde cabinas y la sensación permanente de vigilancia forman parte de aquel relato de alta tensión.

Mujer rubia sonriente con pendientes amarillos y un hombre de rostro difuminado dentro de un círculo rojo
Montaje en el que aparece Lady Di y una foto borrosa | TVE, XCatalunya, redes

De Morton se ha dicho siempre que imponía por su estatura y presencia. No era un recurso literario: mide 1,93 metros y, junto a sus lentes enormes, encajaba perfecto en el apodo de superhéroe tímido que le colgaron en la redacción. Detalles pequeños, sí, pero reveladores de un clima en el que la discreción era cuestión de supervivencia.

Lo que contó Diana y por qué sigue doliendo en Palacio

El libro de 1992 (Diana: Her True Story) desnudó el matrimonio con el entonces príncipe Carlos y puso palabras a lo que hasta entonces eran susurros: bulimia, aislamiento y una relación imposible con Camilla. Aquella confesión pública cambió la percepción de la princesa y empujó la crisis matrimonial hacia el punto de no retorno. No fue un arrebato, sino un intento de recuperar el control de su propia historia.

El propio Morton ha explicado que el procedimiento de las cintas —preguntas, respuestas grabadas y entrega a través de Colthurst— fue un pacto férreo de seguridad.

Un hombre mayor y una mujer rubia elegantemente vestida aparecen frente a un edificio histórico con un emoji de sorpresa en la esquina superior derecha
Rey Carlos III y Lady Di | XCatalunya

No había improvisación, sino método. Cuando el fenómeno cultural revisita el caso, conviene recordarlo: no fue una filtración caprichosa, sino una operación milimétrica frente a un sistema que la asfixiaba.

Reacciones, silencio oficial y un espejo incómodo para todas las monarquías

Desde Buckingham, silencio. No hay desmentidos ni matices, solo la vieja táctica de dejar pasar el temporal. En redes, en cambio, el balance es claro: quienes veneran a Lady Di hallan confirmación, y los defensores de la institución vuelven a hablar de “paranoia” como etiqueta para desacreditar. El patrón es conocido en cualquier casa real que prefiera el mito al escrutinio.

También nos suena aquí: la idealización cortesana, los pactos de silencio y la alergia a la transparencia han sido marca de fábrica en más de una Corona europea, con especial querencia en la española, tan poco amiga de la luz.