El Celta de Vigo atraviesa un momento clave en la planificación de su futuro inmediato. Con el mercado de invierno ya cerrado, la directiva ha comenzado a trazar las líneas maestras de la próxima temporada. En ese contexto, un asunto concreto ha cobrado especial relevancia y amenaza con alterar los planes del cuerpo técnico.
El nombre en el centro de todas las miradas es el de Vicente Guaita, veterano guardameta que acaba contrato el próximo 30 de junio. Sus 38 años y el desgaste propio de quien acumula muchos minutos bajo palos han suscitado dudas en la directiva celeste, a pesar de que Claudio Giráldez lo ha venido utilizando con asiduidad. La pregunta que ronda Balaídos es si, en estos meses restantes de competición, logrará disipar los recelos sobre su estado físico y su capacidad para rendir a un nivel óptimo.
A lo largo de esta temporada, las estadísticas muestran que Guaita ha disputado 18 de los 22 partidos posibles en LaLiga, encajando 26 goles y manteniendo su portería a cero en cuatro ocasiones. Con un 82% de cuota de titularidad, también ha jugado el 82% de los minutos, lo que deja entrever la importancia que ha tenido hasta ahora para el cuerpo técnico. Sin embargo, el rendimiento no ha sido tan determinante como en la campaña anterior, algo que ha intensificado las conversaciones sobre su posible marcha.
Dudas en el celtismo con su continuidad
La etapa del arquero valenciano en Vigo viene marcada por altibajos, especialmente desde que arrastró problemas en su hombro derecho durante la pretemporada. Aquella molestia generó ciertas reticencias en la dirección deportiva encabezada por Marco Garcés, quien considera fundamental tener un portero de garantías para afrontar el futuro. De ahí que las próximas semanas sean decisivas para su continuidad o para abrir definitivamente la puerta a la búsqueda de un nuevo cancerbero.
El propio Guaita, curtido en LaLiga con pasos por el Valencia y el Getafe, además de su experiencia en el Crystal Palace inglés, no ha ocultado su deseo de prolongar su carrera en la élite. Sabe que, a su edad, cada contrato puede ser el último, pero también es consciente de que el Celta no quiere precipitarse. Con el equipo ubicado en una zona comprometida de la clasificación, la entidad prefiere centrarse en el rendimiento inmediato, dejando las renovaciones para cuando finalice el curso.
Para Claudio Giráldez, la seguridad en la portería es esencial. Si bien Guaita ha salvado algunos partidos con intervenciones de mérito, también ha tenido encuentros más discretos que no contribuyen a disipar las suspicacias sobre su capacidad de mantener la regularidad. En el Benito Villamarín dio un recital de paradas, pero otras citas, como la que protagonizó frente al Rayo Vallecano, han dejado un sabor agridulce en la afición.
La decisión final sobre su renovación depende de varios factores: la evaluación médica de su hombro, las exigencias económicas del propio guardameta y la capacidad del Celta para encontrar un sustituto de garantías en el próximo mercado estival. Mientras tanto, Guaita encara cada partido con la determinación de convencer a un club que se debate entre la gratitud por sus servicios y la necesidad de un cambio generacional. Con la espada de Damocles de su contrato al borde de expirar, cada actuación puede inclinar la balanza en uno u otro sentido.