La implementación de radares de velocidad por parte de los ayuntamientos y de la Generalitat sigue siendo polémica. Los hay fijos y los hay de tramo. También los hay móviles y escondidos. Según la administración pública, la existencia de los radares busca concienciar a los conductores de que reduzcan la velocidad y, por tanto, reducir accidentes. Pero la opinión pública es muy diferente.
El Ayuntamiento de Girona sigue adelante con su plan de movilidad. Este consiste en instalar cuatro nuevos radares fijos en la ciudad. La noticia fue publicada por el Diari de Girona y confirmada oficialmente por el consistorio.
El Ayuntamiento está gobernado por un pacto entre la CUP, Junts y ERC. El actual alcalde es Lluc Salellas, de la CUP. Este equipo de gobierno defiende que los radares son necesarios para reducir la siniestralidad en las zonas con más accidentes.
Los radares se instalarán en cuatro puntos clave de Girona. Según la administración local, estas medidas buscan proteger a los peatones y conductores. Sin embargo, no todos los vecinos están convencidos. Se instalarán en la carretera Barcelona, en la rotonda de passeig d'Olot al lado del Pont del Dimoni. También en la avenida Josep Tarradellas y en la calle Palafrugell, en el barrio de Pedret.
Críticas de los ciudadanos de Girona
El descontento ciudadano es evidente. Muchos gironins consideran que los radares no son más que una medida recaudatoria. Argumentan que no hay datos claros que respalden la efectividad de estas medidas para reducir accidentes. También critican la falta de alternativas como mejoras en la señalización o campañas educativas.
La polémica no es nueva en Girona. Cada vez que se anuncia un radar, surge el debate sobre su verdadera finalidad. Los detractores ven en estas decisiones un intento de llenar las arcas municipales. Mientras, los defensores insisten en que los radares salvan vidas.
Debate común en todas las ciudades
Este debate no se limita a Girona. En muchas ciudades, la instalación de radares genera divisiones. Algunos estudios señalan que pueden reducir los accidentes, pero no siempre son bien recibidos. En Girona, la discusión seguirá abierta. Los radares ya están en marcha, pero el debate sobre su eficacia y finalidad persiste. Lo único claro es que la medida ha vuelto a dividir a la ciudadanía.
Radares escondidos en zonas rectas y sin tráfico no buscan proteger al conductor y evitar accidentes. La voluntad recaudatoria es evidente y la instalación de estos dispositivos sigue siendo una medida impopular.