No es una exageración, ni una campaña de Israel, ni propaganda bélica: es un documento exhaustivo, elaborado por expertos internacionales independientes, que pone luz a la oscuridad más absoluta. El Dinah Project, una iniciativa centrada en la documentación de crímenes sexuales en conflictos armados, ha hecho público un informe donde detalla con nombres, lugares y pruebas el que muchos se negaban a reconocer: violaciones masivas y sistemáticas de mujeres israelíes durante el ataque del 7 de octubre de 2023.
Mientras las víctimas callaban por vergüenza o por trauma, y mientras el aparato de propaganda internacional de izquierdas blanqueaba el ataque con el relato de la “resistencia palestina”, las mujeres fueron brutalmente humilladas, violadas y asesinadas por milicianos islamistas de Hamas.
Violadas, mutiladas y después ejecutadas
El que se relata no es solo terrorismo: es violencia sexual como arma de guerra, de la más salvaje y cobarde. Los testigos y las pruebas recogidas señalan escenas de violaciones colectivas al Festival Nueva, donde decenas de jóvenes fueron asediadas, desnudadas y agredidas antes de ser asesinadas a disparos o quemaduras dentro de vehículos.
El informe habla de mujeres con la pelvis rota, los genitales destrozados o con signos de tortura sexual extrema. Algunas habían sido exhibidas como trofeos de guerra ante cámaras. Otros, colgadas desnudas en el espacio público. En el kibutz Re’im y otras zonas limítrofes, se recogieron cadáveres de mujeres completamente desnudadas y con marcas evidentes de sumisión forzada.

Pero quizás el más escalofriante es que algunas secuestradas el 7 de octubre podrían continuar siendo violadas actualmente dentro de Gaza, según fuentes médicas y de seguridad israelíes. Ningún organismo internacional ha podido visitarlas ni garantizar su estado.
Una comunidad internacional hipócrita y cínica
El informe del Dinah Project no solo apunta a los autores materiales. También señala con el dedo la complicidad por omisión de grandes organismos como la ONU, que ha tardado casi dos años a reconocer que quizás sí que hubo violaciones.
Mientras tanto, ni una sola entidad feminista de peso ha abierto la boca. Las mismas que se llenan la boca con lo “no es no” y lo “solo sí es sí”, ahora miran hacia otra banda. Son víctimas “incómodas”, porque su sufrimiento no sirve para atacar el hombre blanco, ni para reforzar el relato progre de la “ocupación israelí”.
Y aquí en nuestra casa? Más del mismo. Ni Coláis, ni Albiach, ni la CUP, ni ERC han condenado nada. Todas bien calladitas. Si las violaciones las comete Hamas, no toca salir con el pañuelo lila.
Aliança Catalana, la única voz que lo denuncia
En este contexto de cobardía generalizada, solo una voz política ha osado levantarse y decir las cosas por su nombre: Sílvia Orriols y Alianza Catalana. El partido independentista e identitario ya denunció hace meses la hipocresía del feminismo institucional y la complicidad con el islamismo radical.

Fuentes próximas al partido consultadas por Xcatalunya.cat aseguran que “la violación es violación siempre, y el que ha pasado el 7 de octubre es un crimen de guerra”. Y apuntan a la “complicidad criminal” de aquellos que han justificado o relativizado el ataque de Hamas.
Recomendaciones que nadie escuchará
El Dinah Project no se limita a denunciar. Propone una batería de recomendaciones claras:
Permitir inspecciones internacionales a los hospedajes de Gaza.
Abrir investigaciones judiciales contra los autores de los crímenes sexuales.
Establecer mecanismos permanentes dentro de la ONU para documentar y condenar la violencia sexual en conflictos armados.
Considerar el 7 de octubre como un caso paradigmático de terrorismo sexual.
Pero ya sabemos cómo acaba esto: silencio, excusas, informes enterrados y mucha hipocresía. Al final, la vida y el cuerpo de las mujeres solo importan cuando sirven para hacer política ideológica. Cuando la víctima es una chica judía y el verdugo un miliciano islámico, la complicidad es total.