En los últimos años, los robos de cable en las vías de tren de Cataluña se han convertido en un problema constante que afecta gravemente al servicio ferroviario. Estos robos, que suelen centrarse en el cobre, interrumpen el funcionamiento normal de los trenes, causando retrasos significativos y complicaciones para miles de usuarios. Además, generan importantes costos para la reparación y sustitución del material robado. Las autoridades están trabajando para frenar estos incidentes, pero la situación sigue siendo crítica en varias zonas de la red ferroviaria catalana.
De hecho, esta misma mañana, la circulación de trenes de las líneas R13 y R14 de Cercanías está cortada este lunes entre Lleida y Les Borges Blanques por falta de tensión a la catenaria a causa del robo de cable. Renfe ha estado gestionando un servicio alternativo por carretera y a partir de las 9 de la mañana el recorrido entre Lleida y Montblanc se hará en autobús.
Técnicos de Adif están trabajando al lugar para resolver el problema desde que se ha producido la incidencia al poco de la 1 de la madrugada. El R13 es la línea que enlaza Lleida y la Estación de Francia de Barcelona por Valls y la R14 une estos dos puntos pasando por Reus y Tarragona. Protección Civil ha activado la prealerta del plan Ferrocat a raíz de esta incidencia.
¿Por qué son tan habituales estos robos?
Los robos de cables en las vías de tren son frecuentes debido al alto valor del cobre, un material esencial en el sistema eléctrico ferroviario. Este metal es muy demandado en el mercado negro, lo que lo convierte en un blanco atractivo para los ladrones. En Cataluña, estos robos han aumentado en los últimos años, provocando interrupciones en el servicio de trenes y causando grandes inconvenientes a los pasajeros. Además, el cobre es fácil de transportar y vender, lo que facilita que los delincuentes lo roben sin demasiada complicación.
Los efectos de estos robos van más allá de las pérdidas económicas, ya que las vías ferroviarias se ven afectadas directamente. El robo de cables puede interrumpir el suministro de energía necesario para que los trenes funcionen, lo que provoca retrasos, cancelaciones y, en algunos casos, situaciones peligrosas. Estas interrupciones no solo afectan a los trenes de pasajeros, sino también al transporte de mercancías, lo que agrava el impacto.
Las autoridades han intentado implementar diversas medidas de seguridad, como la instalación de cámaras y sistemas de vigilancia, pero el acceso a algunas zonas ferroviarias sigue siendo relativamente fácil para los delincuentes. La gran extensión de las vías y la dificultad de vigilancia constante en todas las áreas contribuyen a que estos robos continúen siendo un problema persistente en Cataluña y en otras partes del Estado.