Una persona mayor con expresión seria está al aire libre, mientras que en la esquina superior derecha hay una imagen superpuesta de un mazo de juez sobre una mesa.

La charocracia en su máximo esplendor: Desahucian por error y nadie se hace cargo

Nadie quiere asumir el error

El pasado lunes, frente al Ayuntamiento de L’Hospitalet de Llobregat, se volvió a escenificar un drama que ya dura cuatro años: Rosario, de 101 años, y su familia siguen exigiendo que alguien asuma la responsabilidad de un desahucio que jamás debió ocurrir. En 2019, una comitiva judicial, que pretendía desalojar el piso de otra vecina de la misma finca, se equivocó de puerta. El resultado fue el vaciado total de la vivienda de Rosario: perdió muebles, electrodomésticos y, lo más doloroso, recuerdos personales y sentimentales como las fotografías de su marido o manuscritos familiares.

Un hombre con camisa blanca y corbata negra se seca el sudor de la frente frente a un edificio con una bandera roja y amarilla.
Montaje en el que se ve el edificio del TSJ de Castilla la Mancha y un hombre aliviado | Canva Pro, XCatalunya

Desde entonces, ni Rosario ni su familia han obtenido explicaciones ni una disculpa oficial. Durante la concentración de vecinos y amigos celebrada esta semana, la afectada contó cómo, con cada día que pasa, se incrementa su sensación de indefensión y abandono por parte de las instituciones. “No hay respuesta ninguna. Nadie contesta nada”, repetía con incredulidad frente a las cámaras de televisión.

El hijo de Rosario, Emiliano, exige la devolución de todas las pertenencias que, a ojos de la justicia, fueron retiradas ilegalmente. Señala además la necesidad de que las instituciones reconozcan su error y pidan disculpas a su madre. “Queremos que le devuelvan sus cosas o, si ya no existen, al menos que la indemnicen. Pero lo más importante es que le pidan perdón; en cuatro años nadie lo ha hecho”, explica con evidente frustración. También subraya que se han dirigido en múltiples ocasiones a distintas instancias —desde los órganos judiciales hasta la propia Administración— sin recibir respuesta.

Un error judicial sin responsables

Todo comenzó con un mandato de desalojo que, en teoría, debía realizarse en el piso de abajo. Sin embargo, el gestor procesal y la comitiva encargada se equivocaron de puerta e irrumpieron en la casa de Rosario. Para agravar la situación, las pertenencias de la anciana fueron retiradas y, hasta la fecha, se desconoce dónde han ido a parar.

Mientras tanto, el tiempo corre en contra de Rosario. Con 101 años cumplidos, cada día de retraso parece un agravio más a sus derechos. Los intentos por obtener una explicación se estrellan contra un muro burocrático que, hasta la fecha, no ha admitido ni un “lo sentimos”.

Reclamación al Ministerio de Justicia

La familia relata haber llegado incluso al Ministerio de Justicia para pedir la reparación patrimonial de Rosario y, como paso previo, una disculpa oficial. Aseguran que la devolución de sus objetos personales haría que cualquier otro tipo de compensación económica fuese secundaria, puesto que lo más preciado —fotos y recuerdos insustituibles— son, en teoría, irremplazables.

“Lo primero es su dignidad”, comenta Emiliano, quien no oculta su indignación al ver cómo, después de cuatro años, se sigue sin reconocer formalmente el fallo. “La culpa ha sido del gestor procesal, que dio la orden de abrir la puerta equivocada. Aun así, no hay voluntad política para reparar este daño”.

Imagen de un mazo de juez y una celda de prisión.
Montaje para ilustrar la decisión de la justicia de absolver a la mujer que mató a su bebé | Canva Pro, XCatalunya

La solidaridad que no sustituye lo perdido

Durante la movilización de vecinos y amigos que tuvo lugar frente al Ayuntamiento, varias personas ofrecieron muestras de solidaridad a la familia. Sin embargo, como puntualiza Emiliano, “que alguien compre una nevera o done un mueble no soluciona el problema de fondo: la restitución de la memoria y los objetos personales arrebatados a Rosario”.

La anciana y su entorno están convencidos de que, con un mínimo de voluntad de las instituciones responsables, este drama encontraría un punto final digno, y que Rosario podría, al menos, ver reconocido el error que le ha causado tanta angustia en la etapa más delicada de su vida.

Una disculpa pendiente

Mientras no se ofrezca ninguna explicación y no se asuma ninguna responsabilidad, Rosario seguirá acudiendo, en la medida de sus fuerzas, a cada concentración o acto que se organice para recordarle al Ayuntamiento, a la Generalitat y al Ministerio de Justicia que su caso sigue abierto. “Ya tengo 101 años; no sé si llegaré a ver mi casa y mis cosas recuperadas, pero espero que alguien por fin dé la cara y me pida perdón”, afirma con la serenidad y firmeza de quien no tiene nada que perder.

La historia de Rosario revela, una vez más, la lentitud con la que avanza un sistema que, al menos sobre el papel, debería proteger a los ciudadanos, y el silencio de unas instituciones que parecen no encontrar el modo —o la voluntad— de reparar el daño causado. Un error que nadie asume y que deja a una mujer centenaria sin los recuerdos de toda una vida. Así de descarnada es la llamada “charocracia” en su máximo esplendor.