Del impacto de la tragedia al desánimo. Un mes después de la dana en la Comunidad Valenciana, los vecinos de Paiporta aún sacan barro y limpian sus hogares. Las calles de este municipio, zona cero de la catástrofe, continúan las tareas de recuperación y se respira pulso en suspensión.
ACN ha vuelto a entrevistar a los mismos vecinos cuatro semanas después, entre ellos, Antonio. Sigue viviendo en casa de sus hijos porque su vivienda quedó negada de agua. "Es una vergüenza, vivimos de la misericordia", denuncia.
Aún no ha recibido ninguna ayuda, pero asegura que se rehará: "Tengo 75 años y volveré a empezar". El cansancio, la indignación y el sentimiento de abono persiste entre el vecindario, que ve cómo cada vez hay menos voluntarios.
Su crudo testimonio
Antonio Casas ha perdido todos los muebles de su casa. Tiene las estancias prácticamente vacías y ya limpias, pero el rastro de la riada todavía está bien visible en las paredes de su hogar.
“No voy a tirar la toalla, mi mujer y yo lo arreglaremos todo, a reparar ya vivir porque la vida continúa”, asegura. Sin embargo, lamenta que todavía no han recibido ninguna ayuda, aunque la solicitaron en el “segundo día”. "No tengo ninguna noticia, no me han dado nada, ni una llamada telefónica, nada", comenta.
Justo delante de la casa de Antonio, vive Carlos, él también sufrió daños en la planta baja. Se encuentra en situación de ERTE porque trabajaba en una inmobiliaria. Desde el minuto uno de la tragedia se ha volcado en limpiar y ayudar a sus vecinos.
"Estoy cansado, resignado, desencantado, es lo que pensamos todos, que se dejen de discutir, hay gente que lo ha perdido todo", reclama a las autoridades.
"Las ayudas no llegan"
"Es vergonzoso, estamos en España, Valencia, es insostenible, las ayudas no llegan, los peritos no pasan, nos da igual de quién es la culpa. Que se pongan las pilas y nos lleguen las ayudas”, insiste Carlos.
Este vecino, que ha abierto un canal por redes para recoger productos y alimentos, agradece la ola de solidaridad recibida y la labor de los voluntarios más jóvenes. Sin embargo, lamenta que cada vez hay menos personas ayudando: "Al principio había muchos voluntarios, pero ha pasado un mes y es normal".
Comparte parecer, Mari Luz, una joven de Madrid que es la tercera vez que hace de voluntaria en la zona. Ella explica que ha visto muchos cambios respecto a la última vez que vino.
"El segundo fin de semana estaba prácticamente igual que el primero, ahora, está todo mejor, el barro ya está seco", afirma. Sin embargo, señala que el polvo en suspensión no ha desaparecido.
De hecho, las calles del centro de Paiporta y alrededor del barranco del Poio ya son transitables. Las máquinas excavadoras y los efectivos de la UME siguen trabajando para recuperar el aspecto que tenía la población antes de la catástrofe. En cambio, la imagen es muy diferente en las afueras, donde se acumulan los vehículos dañados en cementerios improvisados.