Administradas por la Generalitat de Catalunya, las cárceles catalanas destacan por su modelo de gestión penitenciaria descentralizado, que está basado en principios de reinserción social y rehabilitación de los presos. Catalunya ha adoptado a lo largo de las décadas unas políticas más orientadas a la individualización del tratamiento, con el objetivo de ofrecer programas educativos, laborales y terapéuticos a los internos. Uno de los pilares de este sistema es la atención psicológica y psiquiátrica, que busca identificar y tratar problemas de salud mental entre los reclusos.
Además, el sistema penitenciario catalán cuenta con módulos de régimen abierto, conocidos como 'tercer grado'. En este, los presos que cumplen ciertos requisitos pueden trabajar y vivir fuera del centro penitenciario durante el día, regresando solo para dormir. Sin embargo, todas estas medidas han sido muy cuestionadas por la mayoría de población catalana, quién ve como sus calles están cada vez más llenas de delincuencia e inseguridades diarias.
Los multireincidentes son el 'pan de cada día', y muchos creen que las penas que cumplen algunos reclusos no son suficientes, y que en muchos casos no sirven de nada. También se ha puesto el foco en las cárceles, donde señalan problemas en diferentes centros penitenciarios. A la vez se ha denunciado en varias ocasiones la falta de recursos y personal para atender adecuadamente a todos los reclusos.
Un nuevo incidente en prisión
El pasado miércoles 11 de setiembre, un recluso de nacionalidad marroquí del centro penitenciario de Quatre Camins, agredió sexualmente a una de las trabajadoras de la misma prisión. El hombre se encontraba en aislamiento después de atacar a varios funcionarios, y el día de la Diada pidió salir a fumar. Ante las negativas del personal, el interno lanzó a los funcionarios café hirviendo y el desayuno que se le había dado.
El recluso escupió a los funcionarios, oponiendo mucha resistencia delante de un equipo de intervención. Estos activaron el código 2 para cerrar la puerta de la celda, pero el individuo había roto el lavabo y diferentes cristales del mismo. Lanzó su orina sobre los funcionarios, y también diferentes escupitajos.
Tras esto, llegó el hecho más desagradable e indignante de todos. Cuando los cuatro trabajadores consiguieron reducirlo y ponerlo en la celda para encerrarlo, el recluso protagonizó un momento deleznable. Se bajó los pantalones y le enseño el pene a una de las trabajadoras, cometiendo una agresión sexual mientras le dijo "si quería chupar".
Según informa 'Elcaso.cat', los hechos tuvieron lugar en la Diada sobre las ocho y media de la mañana, cuando el hombre se encontraba bajo aislamiento psiquiátrico con 'PSI3'. El interno incluso llegó a denunciar la contención antes de los hechos, pero en las cámaras se vio perfectamente que sus acusaciones no tenían consistencia.