La desaparición de Madeleine McCann, ocurrida en 2007 en Portugal, ha sido objeto de múltiples investigaciones. Sospechosos y teorías que, hasta ahora, no habían logrado aclarar definitivamente qué sucedió con la niña británica. Sin embargo, recientes hallazgos de la policía alemana podrían aportar, por fin, las pruebas concluyentes que lleven a cerrar el caso tras más de 18 años de incertidumbre.
Un caso que marcó a toda una generación
Madeleine McCann desapareció el 3 de mayo de 2007 cuando tenía solo tres años. La familia se encontraba de vacaciones en Praia da Luz, un tranquilo destino turístico en el sur de Portugal. Mientras sus padres cenaban cerca del apartamento donde dormía la pequeña junto a sus hermanos, Madeleine desapareció sin dejar rastro.
Desde entonces, el caso captó la atención mundial. La imagen de la niña de ojos grandes y cabello rubio se convirtió en símbolo de esperanza y angustia. Las investigaciones se extendieron durante años, con múltiples líneas abiertas y sin un culpable claro, lo que alimentó teorías y mantuvo vivo el debate público.

Christian Brückner, el principal sospechoso
A pesar de las numerosas pistas que surgieron a lo largo del tiempo, no fue hasta 2020 cuando la policía alemana señaló formalmente a Christian Brückner como el principal sospechoso. Brückner, un delincuente sexual reincidente, ya había cumplido condena por abusos a menores y por la violación de una mujer americana en Praia da Luz en el 2005.
Durante los últimos años, las autoridades alemanas han mantenido a Brückner bajo vigilancia, mientras recopilaban pruebas que pudieran vincularlo directamente con la desaparición de Madeleine.
El descubrimiento clave: pruebas ocultas
Según ha revelado el diario The Sun, el avance definitivo en la investigación llegó de manera inesperada. En una fábrica abandonada de Alemania donde Brückner vivía solo, los agentes encontraron objetos inquietantes: bañadores infantiles, juguetes, bicicletas, armas, productos químicos y máscaras.

Pero lo más perturbador fue el hallazgo de un disco duro lleno de imágenes perturbadoras y otros dispositivos de almacenamiento con contenido incriminatorio. Este descubrimiento no fue fruto de un registro rutinario. Un perro localizó una cartera que pertenecía a Brückner.
Dentro de ella, la policía halló varias memorias USB que contenían fotografías y textos que detallaban fantasías de secuestro y abuso de menores. También se encontraron conversaciones con otros pedófilos, más de 75 bañadores de niñas y una maleta repleta de documentos comprometedores.
El vínculo directo con la desaparición
Entre los objetos recuperados, las autoridades encontraron un navegador GPS. Y una fotografía tipo selfie que situaban a Brückner en las inmediaciones de Praia da Luz justo cuando Madeleine desapareció en 2007. Esta información, que no había salido a la luz hasta ahora, refuerza la hipótesis de que el sospechoso no solo estaba en la zona, sino que podría haber estado vigilando.
A pesar de que Brückner ya había sido condenado por otros delitos, nunca se le había podido vincular de manera directa con el caso McCann. Sin embargo, las pruebas recientemente descubiertas parecen cerrar esa brecha de incertidumbre.
Lo más importante: el avance que podría cerrar el caso
La policía alemana sostiene que las nuevas pruebas. Las fotografías, los objetos infantiles y, sobre todo, la información de ubicación que coloca a Brückner en el lugar y momento de la desaparición. Confirman que Madeleine murió poco después de ser secuestrada y que Brückner es el responsable.
Actualmente, el sospechoso sigue en prisión, pero podría quedar en libertad en septiembre de este año si no se presentan cargos antes de esa fecha. Con las pruebas recientes, las autoridades esperan no solo impedir su liberación, sino llevarlo finalmente ante la justicia por uno de los casos más dolorosos y mediáticos de las últimas décadas.