Una tarde plácida de domingo se vio súbitamente interrumpida por un suceso que heló la respiración de vecinos y transeúntes: una menor perdió la vida tras precipitarse al vacío en un edificio de viviendas de la capital catalana. Lo que comenzó como la típica jornada primaveral se transformó, en apenas unos segundos, en una carrera contrarreloj para los servicios de emergencia y en el inicio de una investigación policial que, todavía hoy, intenta despejar todas las incógnitas.
Lo que se sabe hasta ahora
Según las primeras informaciones recabadas por Metrópoli Abierta, la niña, de ocho años, cayó desde la cubierta del edificio hasta un primer piso a través del patio interior, una distancia equivalente a ocho plantas. El accidente ocurrió alrededor de las 19:15, aunque otros informes sitúan la llamada de auxilio en torno a las 20:15. Esta ligera discrepancia horaria obedece a los distintos registros que manejan las fuentes policiales y los medios de comunicación, pero no altera el desenlace: la menor sufrió lesiones incompatibles con la vida y fue imposible reanimarla pese a la rápida intervención médica.
Testigos consultados relatan que, tras oír el estruendo en el patio de luces, alertaron de inmediato al 112. Minutos después llegaban las primeras dotaciones del Sistema d’Emergències Mèdiques (SEM), los Bombers de Barcelona y patrullas de los Mossos d’Esquadra. La actuación conjunta permitió estabilizar la zona y acordonar varias manzanas para garantizar el trabajo de los equipos de rescate y de la policía científica.

La respuesta de los servicios de emergencia
El operativo desplegado obligó a desviar el tráfico y cortar uno de los viales más transitados del distrito. Varios vehículos sanitarios estacionaron en la planta baja del inmueble mientras los bomberos, provistos de material de rescate vertical, inspeccionaban la vertical del patio para descartar desprendimientos y asegurar la estructura. Los sanitarios practicaron maniobras de reanimación avanzada durante varios minutos, pero finalmente certificaron el fallecimiento.
La magnitud del dispositivo y la presencia de unidades tan diversas —sanitarios, bomberos y agentes de distintos cuerpos— reflejan la gravedad que preside los incidentes en patios interiores, espacios que, por su angostura, dificultan la evacuación y complican la labor de los equipos de emergencia. A última hora de la noche, la comitiva judicial autorizó el levantamiento del cadáver, concluyendo la fase más crítica de la intervención.
Investigación en marcha
Aunque todo apunta a un accidente, la Unitat d’Investigació de la comisaría cercana abrió diligencias para esclarecer la secuencia exacta de hechos. Los agentes revisan cámaras de seguridad, testimonios vecinales y, sobre todo, las condiciones de acceso al terrado. Entre las hipótesis, cobra fuerza la posibilidad de que la menor se encontrase jugando en la azotea sin supervisión directa; sin embargo, la policía no descarta ninguna línea hasta que finalicen los informes periciales.

Fuentes conocedoras del caso subrayan que los Mossos pondrán especial atención en el cumplimiento de las normativas de seguridad del edificio, centradas en barandillas, puertas de acceso y señalización de riesgos. Si se detectara negligencia en alguna de estas medidas, el procedimiento pasaría a la vía judicial por presunto delito de imprudencia grave.
Antecedentes y seguridad en patios interiores
Los patios de luces, habituales en las fincas modernistas de la ciudad, ofrecen ventilación y luminosidad a las viviendas, pero también presentan riesgos poco visibles. Según datos de la autoridad local de prevención, en la última década se han registrado al menos seis caídas mortales en estos huecos verticales, la mayoría protagonizadas por menores que suelen asomarse a parapetos de escasa altura. La normativa catalana exige barandillas de un metro de altura y cerramientos que impidan el paso de niños, pero el parque inmobiliario anterior a los años 70 no siempre se ajusta a estos preceptos, salvo que haya sido rehabilitado.
Expertos en seguridad doméstica señalan, además, la necesidad de que las comunidades de propietarios realicen inspecciones periódicas y reparaciones preventivas. “La mejor barrera es la consciencia colectiva: si una puerta de azotea no cierra bien o la barandilla presenta holguras, conviene actuar antes de que ocurra la desgracia”, apunta un arquitecto especializado en rehabilitación de fincas antiguas.