La tranquilidad de la noche en Sabadell (Vallès Occidental) se vio interrumpida este jueves cuando un incendio se declaró en una residencia de personas mayores situada en la calle Calassanç Duran. El aviso al teléfono de emergencias 112 se registró alrededor de las 22:12 h, momento en que testigos y trabajadores del centro alertaron de la presencia de humo en la primera planta del edificio. La rápida intervención de los cuerpos de emergencias resultó esencial para contener las llamas y evitar daños mayores.
Según han informado los Bombers de la Generalitat, que movilizaron hasta nueve dotaciones para hacer frente a la situación, el fuego se localizó en el despacho de la primera planta. Al parecer, se generó un foco de calor que pronto comenzó a emanar humo, propagándose por la misma planta e incluso amenazando con filtrarse a las zonas de descanso. Conscientes de la vulnerabilidad de los residentes de edad avanzada, los efectivos trabajaron a contrarreloj para aislar las estancias afectadas y segregarlas de las habitaciones donde se encontraban las personas mayores.
Paralelamente, se activaron los protocolos de evacuación. El objetivo primordial era trasladar a los ancianos a zonas más seguras del centro —o incluso al exterior, de ser preciso— para evitar que inhalaran humo o sufrieran quemaduras. Los Bomberos, en colaboración con el personal de la residencia, diseñaron un pasillo de emergencia y realojaron a quienes consideraron que, por problemas de movilidad o de salud, corrían mayor peligro si se quedaban cerca del foco ígneo. Mientras tanto, varias dotaciones se ocupaban de cortar la propagación de las llamas y ventilar las zonas afectadas para expulsar el humo tóxico.
Actuación de los SEM
El Sistema d’Emergències Mèdiques (SEM) también fue parte fundamental del operativo. Según informes oficiales, el SEM activó cuatro unidades terrestres y un equipo conjunto con los bomberos para atender posibles heridos. Aunque las primeras estimaciones apuntaban a un número limitado de afectados, finalmente se confirmó la asistencia y el traslado de cinco personas a un centro hospitalario próximo —el Parc Taulí—, todas por inhalación de humo y en estado menos grave. A pesar del desconcierto inicial y del riesgo evidente, el resto de los residentes fueron valorados clínicamente en el lugar de los hechos, sin que se detectaran más casos de relevancia.
El incendio logró ser extinguido en torno a las 22:41 h, según el comunicado oficial de Bombers, quienes procedieron después a revisar de forma minuciosa la primera planta y a emplear ventiladores de extracción para disipar cualquier resto de humo que pudiera quedar acumulado. Su labor no se limitó a las llamas visibles: era fundamental asegurarse de que no quedaran brasas o materiales susceptibles de reavivar el fuego. Una vez garantizada la inexistencia de focos activos, se declaró la zona segura, si bien se mantiene un control preventivo en las horas posteriores para descartar incidencias adicionales.
Las primeras investigaciones apuntan a un foco localizado en el despacho donde se originó el incendio, aunque todavía no han trascendido datos definitivos sobre la causa concreta. Expertos en la materia sostienen que, en instalaciones de estas características —con numerosos aparatos electrónicos, sistemas de calefacción y cableado—, basta un sobrecalentamiento o un cortocircuito para desencadenar un suceso de consecuencias peligrosas.
Afortunadamente, la diligencia de los equipos de emergencias y la cooperación de los empleados del centro permitieron que esta situación no derivara en un episodio de peores consecuencias. El balance final de cinco afectados por inhalación de humo, todos en estado menos grave, deja constancia de la eficacia en la actuación, pero también sirve de recordatorio sobre la vulnerabilidad de las residencias de ancianos y la necesidad de reforzar las medidas de seguridad para proteger a quienes habitan en ellas.