La mañana de este lunes se ha visto marcada por el caos circulatorio en varias de las principales arterias de acceso a Barcelona. Dos accidentes, uno en la C-31 entre Castelldefels y Gavà y otro en la B-23 entre el Papiol y Molins de Rei, han generado importantes retenciones, afectando a miles de conductores que se dirigían hacia la capital catalana.
Accidente en la C-31: Un carril cortado y tráfico ralentizado
Según informó el Servei Català de Trànsit a través de sus redes sociales, el primer incidente se produjo en la C-31, donde un siniestro obligó a cortar uno de los carriles en sentido Barcelona, entre Castelldefels y Gavà. La situación generó un notable embotellamiento en la zona, dificultando el paso de los vehículos y prolongando los tiempos de desplazamiento.
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Las imágenes compartidas por Trànsit mostraban largas colas de coches avanzando a paso lento, en un tramo ya de por sí congestionado durante las primeras horas del día. Hasta el momento, no se han reportado heridos graves, aunque la incidencia ha obligado a los servicios de emergencias y mantenimiento a intervenir rápidamente para minimizar el impacto en la circulación.
Grave colapso en la B-23 con afectación a la AP-7
Paralelamente, otro accidente en la B-23 ha generado una situación aún más complicada. El siniestro, ocurrido entre el Papiol y Molins de Rei en sentido Barcelona, ha provocado inicialmente el corte de un carril, pero las consecuencias en el tráfico fueron mucho más severas. Según Trànsit, en el punto álgido de la retención se registran hasta seis kilómetros de cola, afectando incluso el enlace con la AP-7, una de las autopistas más transitadas de Cataluña.
Las imágenes captadas por las cámaras de tráfico muestran una densa fila de vehículos detenidos, con camiones y turismos atrapados en el atasco. A pesar de los esfuerzos de los operarios para reabrir los carriles afectados, la congestión no se disipó de inmediato, generando demoras significativas para los conductores que se dirigían hacia Barcelona.
Poco después de las 8:00 de la mañana, Trànsit anunció que todos los carriles de la B-23 habían sido reabiertos tras el accidente. Sin embargo, la normalización del tráfico no fue inmediata, ya que la acumulación de vehículos en la zona ha tardado en disiparse y por el momento aún no se ha vuelto a la normalidad total. Aún con los carriles operativos, la retención persiste, reflejando la fragilidad del tráfico en los accesos a la ciudad en caso de incidentes como estos.
Estos dos accidentes han puesto de manifiesto, una vez más, la vulnerabilidad de la red viaria en los accesos a Barcelona, donde cualquier incidente puede derivar en importantes colapsos. Conductores afectados han expresado su frustración en redes sociales, exigiendo mejoras en la infraestructura y una gestión más ágil en este tipo de situaciones.