Es rápido. Es fácil. Está al alcance de un clic. Y por eso lo hemos normalizado. El Bizum se ha convertido en una herramienta de uso diario: para pagar un desayuno, dividir una cena entre amigos, enviar dinero a un familiar o incluso cerrar una compra por internet. Pero como todo lo que se vuelve costumbre sin reflexión, esconde una trampa que muchos pasan por alto.

Un informe reciente publicado por The Wall Street Journal ha puesto sobre la mesa algo que parecía obvio, pero que nadie había analizado con cifras: más del 60% de los bizums prometidos “para más tarde”… nunca llegan.
El momento clave no es cuándo se envía… sino cuándo se promete
Todos hemos estado ahí. La cuenta llega a la mesa, uno la paga, y los demás dicen: “te hago un bizum luego”. Esa frase, tan inocente, es la grieta por donde se escapa el dinero. Y no por mala fe, en la mayoría de los casos, sino por despiste, falta de hábito o simplemente pereza.

Según el economista Gonzalo Bernardos, “los amigos que son enemigos de tus finanzas personales no llevan pasamontañas, simplemente te dicen ‘te pago mañana’ y nunca lo hacen”. Y lo peor es que con el paso del tiempo ya ni se reclama. La deuda se disuelve en la memoria, y el que pagó… termina asumiendo lo que no le tocaba.
Cada ronda es una cuenta atrás
La costumbre de pagar rondas alternas en bares ha quedado atrás. Con Bizum, cada uno paga lo suyo.¿O no? Lo que revelan los datos es que la digitalización del pago ha hecho más fácil evitarlo. Cuando había que poner el dinero en la mesa, el compromiso era físico, directo, visible. Ahora, todo se basa en promesas digitales que muchas veces no se cumplen.
Y aunque Bizum sea instantáneo, la mayoría no lo usa así. El “luego te lo hago” se ha vuelto la excusa perfecta.
El problema no es el dinero, es el momento
Paula Urzera, experta fiscal, va más allá. Señala que el problema no está en la herramienta, sino en la costumbre de posponerla. “Si recibes un bizum por algo personal, no pasa nada. Pero si es una venta, debes declararlo”, aclara. Y es ahí donde el lío puede crecer.
Porque además de perder dinero, quien espera ese ingreso también puede terminar cometiendo errores fiscales sin darse cuenta. Si un bizum llega tarde, fuera de contexto, o sin la nota adecuada, puede parecer otra cosa. Y Hacienda no es fan de las confusiones.
Y ahora, el truco: lo que casi nadie te dice
¿Dónde está el truco, entonces?
Aquí viene lo que ha generado más impacto en redes y foros: si no cobras el bizum al momento, la probabilidad de que lo recibas cae en picado. Hasta un 60% desaparece para siempre. Así lo recoge el informe citado, basado en miles de transacciones entre particulares.
Ese es el truco silencioso.
No es un fallo de la app, ni una estafa digital. Es una trampa de comportamiento humano: creemos que lo haremos luego… y no lo hacemos. Y eso, multiplicado por millones de usuarios, se convierte en una pérdida generalizada de pequeñas cantidades que suman muchísimo.
Si no es ahora, no será nunca
La recomendación es clara: si vas a pedir un bizum, pídelo en el momento. Y si lo vas a hacer, hazlo ya. No lo apuntes. No digas “luego te lo hago”. Porque en el mundo de las promesas digitales, “luego” casi siempre significa “nunca”.
Como dice Bernardos: “En economía, el tiempo no es solo oro… es memoria. Y cuando se trata de dinero entre amigos, el mejor recuerdo es un bizum hecho al instante.”