Los establecimientos Bonpreu y Esclat son los supermercados de referencia de muchos catalanes. Tienen productos de gran calidad a precios competitivos. Los lotes ahorro también son un punto a favor que llama la atención a los consumidores. El supermercado, durante un período de tres semanas o un mes, propone una cesta de productos cerrados cuyo precio es inferior a la suma, por separado, de estos productos.
La sección de fruta y verdura también es valorada habitualmente, pero no siempre. En esta ocasión, un usuario de la red social X ha criticado (con razón) el origen de las patatas, al menos, de un supermercado de Badalona. Si la empresa catalana se vende como una empresa cercana a Catalunya y comprometida con el país, no puede acudir a mercados internacionales para comprar sus productos.
Es el caso de unas patatas. Guillem Galcerán ha compartido que la bolsa de 2,45 quilos de patatas tienen su origen en Argentina. En Catalunya y en España hay una importante producción de patatas y muchos agricultores que se dedican a conrear estos tubérculos. Una empresa comprometida con el comercio de proximidad, debería tener en cuenta las necesidades del pequeño agricultor.
No es la primera vez que aparecen quejas en redes sociales
El debate no es nuevo y la respuesta de Bonpreu Esclat siempre es la misma. No lo esconden, es una cuestión de números, una decisión empresarial. Argumentan que por cuestiones de oferta y de demanda, a veces, es mejor comprar los productos en mercados internacionales, aunque estos estén a miles de quilómetros de distancia.
Desde este periódico nos hicimos eco de la procedencia de los fresones. I, más adelante, también compartimos con vosotros la respuesta que dio el supermercado.
Costes de producción
El resumen está claro. Si Bonpreu quiere controlar los precios de venta, tiene que reducir sus costes y, por tanto, comprar en productores más competitivos. Si asume más costes comprando a productores locales (que venderán sus productos más caros por sus propios costes), el precio final de venta también se verá incrementado.
El problema es que comprando en otros mercados se pierde la esencia local que quiere proyectar el supermercado. Y ante los elevados beneficios que consigue cada año la empresa, algunos plantean la posibilidad de reducir el margen de negocio para no perder la identidad. El debate está abierto.