La publicación del último ranking de Taste Atlas ha generado indignación en Catalunya. En un año en el que el territorio ha sido proclamado Región Mundial de la Gastronomía 2025, sorprende que una guía internacional de referencia hecha por usuarios solo incluya un plato catalán entre los diez más populares del Estado: la crema catalana, relegada a una discreta novena posición.
Un patrimonio gastronómico silenciado
Catalunya no es solo un territorio con una gran tradición culinaria; es el lugar con más estrellas Michelin de toda la península y cuna de los cocineros que más han revolucionado la gastronomía contemporánea. Desde los hermanos Roca hasta Ferran Adrià, los nombres catalanes brillan en la alta cocina internacional.
Sin embargo, nada de esto parece haber contado para los miles de usuarios de Taste Atlas, que han decidido situar platos como la paella o el salmorejo muy por encima de cualquier especialidad catalana. Un hecho que, como mínimo, sorprende y duele en un año tan simbólico para la cocina del país.
La crema catalana como único estandarte
El único plato que se salva del olvido en el ranking es la crema catalana, un postre que aparece en el noveno puesto. Aunque es una de las recetas más emblemáticas de Catalunya y conocida en todo el mundo, resulta llamativo que sea el único representante en una lista que pretende reflejar lo mejor de la cocina del Estado.
La ausencia de platos como el suquet de peix, el fricandó o la escalivada deja claro que algo falla en estas votaciones. Esto plantea la duda de si los usuarios de la guía conocen realmente la gastronomía catalana o si simplemente han votado en base a tópicos y platos que gozan de mayor fama internacional, sin valorar la riqueza de otras.
Argumentos que no convencen
Algunos podrían justificar esta ausencia diciendo que la cocina catalana es demasiado regional o que muchos de sus platos no han traspasado fronteras. Pero este argumento se desmorona al ver que platos igualmente locales como las migas o el salmorejo ocupan posiciones mucho más altas en el ranking.
Además, resulta curioso observar cómo la lista mezcla platos, productos y conceptos (como la merienda) sin un criterio claro, lo que resta aún más credibilidad al resultado. La gastronomía es cultura, y medirla a base de estrellas en una app resulta, como mínimo, superficial. Cada casa, cada territorio y cada familia tiene sus propios referentes culinarios, y las listas populares nunca podrán reflejar la diversidad real de la cocina de un país.
Un toque de atención
El desprecio que sufre la cocina catalana en listas como esta debe servir como un recordatorio: la gastronomía es algo que hay que defender y dar a conocer. Las instituciones, los cocineros y la ciudadanía tienen la tarea de seguir difundiendo el valor de un patrimonio que va mucho más allá de la alta cocina y que se vive en los hogares y en las celebraciones cotidianas.
Catalunya seguirá siendo un referente gastronómico a pesar de las injusticias de ciertos rankings. Porque su cocina no necesita validaciones de guías anónimas: se defiende sola en los fogones, en las mesas y en el recuerdo de quienes la disfrutan.