Se pueden encontrar unas Woodys en una óptica flotante que recorre los diferentes pueblos inuit del Polo Norte o en otros lugares más exóticos y cálidos como Seychelles o Namibia. Desde hace diez años, y con unos inicios marcados por las gafas de madera, la marca se ha posicionado con buena acogida hasta conseguir presencia en 72 países de todo el mundo. La ambición de Josep Dosta, el fundador y CEO de Woodys, es convertir la marca de Vic en una compañía "global", "llegar a ser una de las mejores marcas de gafas del mundo".
Acaban de abrir mercado en lugares como Azerbaiyán, Guatemala o Dubai, pero esperan entrar con fuerza en nuevos mercados como el sudamericano. La firma cierra el 2023 con 17 millones de facturación y aún en el 2024 con el reto de crecer un 30%. Woodys entraron en el mercado de las gafas con una apuesta muy clara por la madera. La tendencia empezó a ir a la baja y la firma supo reinventarse. Las gafas de madera eran "muy delicadas", explica el fundador y CEO de la marca, Josep Dosta. Por eso decidió apostar por materiales que fueran "más duraderos".
En esta búsqueda se decantó por el acetato, un material hecho con algodón, resinas y madera, pero que goza de mucha más resistencia y adaptabilidad. La madera fue el punto de partida, pero la evolución les llevó a encontrar a Woodys con bio acetato o acetato reciclado que compran directamente en Italia.
Dosta explica que incluso también han desarrollado una máquina con la que trituran gafas antiguas que no han vendido, las reciclan y hacen nuevas láminas de acetato para crear nuevos modelos. Sin embargo, la madera sigue teniendo un papel relevante en la identidad de la marca, un aspecto que quieren mantener. Por ello, el extremo final de las patillas contienen una pequeña pieza de madera que recuerda a los orígenes. "Es un guiño a la madera con la que empezó la empresa, un tema más decorativo que del material de producción", explica el CEO.
Diseño, colores y calidad
"Las gafas son lo primero que ves de una persona cuando hablas. No ves los zapatos, los pantalones o el bolso. Lo primero que ves es la cara", explica Josep Dosta. El fundador de la empresa explica que se dieron cuenta de que las multinacionales ya no apostaban tanto por el diseño, porque la marca sola venía. Precisamente, "un rasgo diferencial de Woodys ha sido apostar por el diseño, por materiales sostenibles y los colores", destaca el fundador de la compañía. Quienes compran sus gafas son básicamente mujeres, en un 70%, que se sitúan en una franja de edad de entre los 28 y 50 años. Sin embargo, Dosta apunta que cada día la colección de hombre que tienen "se vende mejor".
"Vamos viendo cómo cada día el hombre también se atreve a traer cosas distintas. Y también va mucho por países. En Italia o Francia el hombre lleva gafas de diseño mucho más divertidas. En cambio en España tendemos a ser más básicos. Depende de cada mercado", señala. Josep Dosta explica que los ópticos siempre desean vender novedades. "Cuando ya han vendido dos o tres gafas iguales ya no quieren venderlas más veces, quieren cosas diferentes para intentar ofrecer a sus clientes que cada uno pueda tener su personalidad", explica.
Por eso, uno de los puntos fuertes de la compañía es que cada año cambian la colección en un 80%. "Es muy difícil, mucho más trabajo, pero eso nos ayuda a llevarle siempre novedades al óptico y que tenga gafas diferentes y frescas. Esto le motiva a seguir vendiendo", añade.
Una marca mundial situada en Vic
Se pueden encontrar unas Woodys en una óptica flotante que recorre los diferentes pueblos inuit del Polo Norte o en otros lugares más exóticos y cálidos como Seychelles o Namibia. Desde hace diez años, y con unos inicios marcados por las gafas de madera, la marca se ha posicionado con buena acogida hasta conseguir presencia en 72 países de todo el mundo. La ambición de Josep Dosta, el fundador y CEO de Woodys, es convertir la marca de Vic en una compañía "global", "llegar a ser una de las mejores marcas de gafas del mundo".
Acaban de abrir mercado en lugares como Azerbaiyán, Guatemala o Dubai, pero esperan entrar con fuerza en nuevos mercados como el sudamericano. La firma cierra el 2023 con 17 millones de facturación y aún en el 2024 con el reto de crecer un 30%. Woodys entraron en el mercado de las gafas con una apuesta muy clara por la madera. La tendencia empezó a ir a la baja y la firma supo reinventarse. Las gafas de madera eran "muy delicadas", explica el fundador y CEO de la marca, Josep Dosta. Por eso decidió apostar por materiales que fueran "más duraderos".
En esta búsqueda se decantó por el acetato, un material hecho con algodón, resinas y madera, pero que goza de mucha más resistencia y adaptabilidad. La madera fue el punto de partida, pero la evolución les llevó a encontrar a Woodys con bio acetato o acetato reciclado que compran directamente en Italia. Dosta explica que incluso también han desarrollado una máquina con la que trituran gafas antiguas que no han vendido, las reciclan y hacen nuevas láminas de acetato para crear nuevos modelos.
Sin embargo, la madera sigue teniendo un papel relevante en la identidad de la marca, un aspecto que quieren mantener. Por ello, el extremo final de las patillas contienen una pequeña pieza de madera que recuerda a los orígenes. "Es un guiño a la madera con la que empezó la empresa, un tema más decorativo que del material de producción", explica el CEO.