Sant Jaume de Llierca, un pintoresco municipio situado en la comarca de la Garrotxa, guarda una profunda tradición ganadera y agrícola. Sus paisajes idílicos, dominados por montañas verdes y tierras fértiles, han sido testigos del trabajo constante de generaciones dedicadas al campo y a los animales.
Sin embargo, el tiempo y la modernidad han dejado huella en este territorio. Las explotaciones familiares van desapareciendo, dejando un vacío difícil de llenar. Jordi, un pastor emblemático de la zona, acaba de cerrar una etapa que simboliza un cambio inevitable en Sant Jaume y en toda Catalunya.
El adiós al último pastor
Jordi "Pastor", como es conocido cariñosamente, ha decidido retirarse tras décadas de dedicación. Propietario de un rebaño de más de 1.000 ovejas, su retiro marca el final de una profesión que, en su caso, ha sido casi vocacional. "Es muy duro ver cómo desaparecen rebaños en nuestra tierra", lamenta Jordi.
En su despedida, Jordi lanza un mensaje claro y preocupante: “Contando el nuestro, en pocos años, en esta zona de la Garrotxa han desaparecido 5 o 6 rebaños”. Esta pérdida no es solo simbólica, sino que implica un deterioro en la actividad económica y en la preservación del paisaje natural de la región.
Una profesión en peligro
La figura del pastor ha sido clave en el equilibrio medioambiental de zonas como la Garrotxa. No obstante, los desafíos son cada vez mayores. La falta de relevo generacional, las duras condiciones laborales y los bajos márgenes de beneficio han llevado al sector al borde del colapso.
En Sant Jaume de Llierca, la imagen de Jordi con su rebaño era parte del día a día. Ahora, sin su presencia, queda un hueco difícil de llenar. La despedida de este pastor no solo cierra una etapa personal, sino que refleja la crisis que atraviesa el sector.
El declive de la ganadería y agricultura en Catalunya
La desaparición progresiva de los sectores ganadero y agrícola en Catalunya no es casualidad. Existen múltiples factores que explican este fenómeno. Entre ellos, la falta de apoyo institucional, los precios injustos que reciben los productores y la competencia de productos extranjeros de bajo coste.
El mundo rural pierde población, y los jóvenes prefieren trabajos menos sacrificados. Además, las normativas cada vez más estrictas dificultan la sostenibilidad de las pequeñas explotaciones. “Es imposible continuar así”, afirman muchos ganaderos y agricultores, como Jordi.
La retirada de Jordi en Sant Jaume de Llierca es un recordatorio de lo que está en juego. Sin pastores, agricultores y ganaderos, el paisaje, la economía local y la cultura rural están en peligro. Es urgente reflexionar sobre cómo apoyar a estos sectores para garantizar su supervivencia.
El mensaje de Jordi no puede caer en el olvido. Sant Jaume de Llierca y toda Catalunya necesitan preservar su legado rural antes de que sea demasiado tarde. La desaparición de los rebaños es solo el principio de un problema más profundo.