Es bastante común escuchar por ahí que el amor es cada vez más caduco, que las parejas duran cada vez menos y que los sentimientos transitan de un extremo a otro con mayor facilidad que nunca. Que ya no hay amores como los de antes, vaya. Y en cierto modo habíamos aceptado esta habladuría. Sin embargo, una estadística del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) desmiente totalmente esta creencia, asegurándonos justo lo contrario, que las separaciones y los divorcios se encuentran en tendencia descendente.
Y es que según los datos del CGPJ, en el tercer trimestre de este 2024 se registraron un total de 19.504 separaciones, divorcios o nulidades matrimoniales. Esto supone un 1,4% menos que en el mismo periodo del pasado año, algo que ya había ocurrido en los dos primeros trimestres del presente ejercicio. La zona del territorio español donde más amores se rompieron es en las Canarias, con 49,7 por cada 100.000 habitantes. Le siguen de cerca la Comunitat Valenciana, La Rioja, Baleares o Andalucía. Las cifras de Catalunya se ubican en 39 separaciones por cada 100.000 habitantes.
Ampliando los horizontes, conocemos gracias a la misma fuente, que desde 1989 no es que hayan descendido las separaciones judiciales, sino que hace 35 años las cifras decuplicaban a las actuales. Son, pues, épocas buenas para el amor. Aunque, como no podía ser de otra manera, no todos los datos auguran tanto positivismo.

Descienden los divorcios, sí, pero también los 'sí, quiero'
Las bodas religiosas en España siguen perdiendo protagonismo. En 2022, solo el 20% de los matrimonios se celebraron ante un sacerdote. En comunidades como Catalunya, el País Vasco y Baleares, el porcentaje es aún menor: apenas una de cada diez bodas.
Según la memoria de actividades de la Iglesia del 2023, en el último año se celebraron 33.500 enlaces religiosos, una ligera caída respecto a las 34.747 del año anterior. Durante la pandemia, el número de bodas religiosas descendió drásticamente. En 2020, en plena crisis sanitaria, apenas alcanzaron las 9.700 ceremonias. Aunque en 2022 hubo un "efecto rebote", la tendencia a la baja persiste.
El dato contrasta con las cifras de hace dos décadas. En 2001, se celebraron más de 152.000 matrimonios religiosos en España. La Iglesia evita profundizar en este retroceso y prefiere destacar otros aspectos positivos. Por ejemplo, el ligero aumento en bautizos y confirmaciones durante el último año.
Mientras tanto, las bodas civiles consolidan su dominio. Ya suponen el 80% del total de matrimonios en el país. La caída en los enlaces religiosos refleja un cambio profundo en la sociedad española, donde la secularización y las nuevas costumbres han transformado las tradiciones matrimoniales. Pero, eso sí, sea de una forma u otra, lo cierto es que los casamientos están descendiendo.