No solo los humanos brillan frente a las cámaras; los perros también tienen el don de robarse el protagonismo. En la historia del cine, algunos canes han logrado dejar una huella imborrable en el corazón de los espectadores. Desde Lassie hasta Beethoven, estos animales han demostrado que pueden ser tan carismáticos como cualquier estrella de Hollywood.
En la película El Grinch (2000), dirigida por Ron Howard y protagonizada por Jim Carrey, el querido Max, el fiel perro del gruñón personaje, no fue interpretado por un solo animal. Seis perros rescatados de refugios dieron vida a este entrañable personaje: Topsy, Zelda, Bo, Stella, Kelley y Chip. Todos fueron entrenados cuidadosamente para desempeñar sus papeles con la mayor precisión y carisma. Esta elección no solo permitió aprovechar diferentes habilidades, sino también darle una oportunidad a estos canes de tener una vida diferente y llena de amor.
El entrenamiento estuvo a cargo de Roger Schumacher, quien dedicó tres meses y medio a practicar con los perros en el set de grabación. El objetivo no era solo enseñarles trucos, sino también que se sintieran cómodos y seguros en un entorno tan particular como un set de cine. Este trabajo incluyó ejercicios para identificar las conductas más naturales de cada perro y aprovecharlas en la película. Por ejemplo, Topsy se destacó como el “rascador oficial”, mientras que Zelda sorprendió al deslizarse en posición sentada. Bo, por su parte, demostró su fuerza tirando del trineo, y Stella dejó a todos boquiabiertos con su talento para “hablar” y caminar hacia atrás.
Sin embargo, Kelley y Chip fueron las verdaderas estrellas caninas del filme. Ellos aparecieron en la mayoría de las escenas icónicas, realizando acrobacias y logrando capturar la esencia traviesa y leal de Max. Su química con Jim Carrey fue uno de los elementos que aportó calidez y humor a la película.
Éxito arrollador en cines
La película El Grinch, basada en el clásico de Dr. Seuss, fue un éxito rotundo en taquilla y se convirtió en un imprescindible de las fiestas navideñas. Además de las destacadas actuaciones humanas, el papel de los perros en el cine siempre ha sido fundamental para generar una conexión emocional con el público. Max, con su ternura y lealtad, logró simbolizar el espíritu de la Navidad, robándose la atención en cada escena.
El caso de El Grinch también recuerda la importancia del bienestar animal en el cine. Humane Hollywood supervisó todo el proceso para garantizar que los perros estuvieran seguros y felices durante el rodaje. Esta supervisión asegura que los animales sean tratados con respeto y cariño, algo que contribuyó al gran desempeño de estos peludos actores.
Hoy, más de 20 años después del estreno de El Grinch, la historia de Topsy, Zelda, Bo, Stella, Kelley y Chip sigue siendo un ejemplo de cómo el talento animal puede elevar una película al siguiente nivel. Esta historia, por cierto, la ha recogido la cuenta de X @DiloConPerritos.