Una mujer de cabello largo y suelto posa frente a un café de la marca Santander.

El consejo de Banco Santander para evitar que pierdas tus ahorros

La ciberseguridad se ha convertido en la clave para proteger tus ahorros

En un entorno económico donde la incertidumbre parece ser la única constante, los ahorradores buscan refugio y seguridad para su capital. Sin embargo, la mayor amenaza para su patrimonio ya no reside únicamente en la volatilidad de los mercados o en la inflación, sino en un enemigo silencioso y digital: el ciberfraude.

La acelerada digitalización de la banca, un proceso que la pandemia consolidó de manera definitiva, ha traído consigo una comodidad sin precedentes, pero también ha abierto la puerta a nuevas y sofisticadas vulnerabilidades. Hoy, la seguridad de nuestros ahorros depende tanto de la solidez de nuestra entidad financiera como de la robustez de nuestras propias prácticas digitales.

En este contexto, las entidades financieras han intensificado sus campañas de concienciación, asumiendo un rol pedagógico fundamental. Banco Santander ha sido una de las voces más recientes en recordar una verdad incómoda pero necesaria: la primera barrera de protección, la contraseña, es a menudo la más frágil.

Oficina del Banco Santander y un iPhone 16
Imagen del Banco Santander y de un móvil | XCatalunya, @santander_es

Su contundente mensaje en redes sociales, "Si te gusta tu fecha de nacimiento, a un hacker todavía más", encapsula un problema de enormes dimensiones y subraya una negligencia común que puede costar muy cara.

La primera línea de defensa: La fragilidad de lo predecible

El eslabón más débil en la cadena de la seguridad bancaria sigue siendo, en muchos casos, el propio usuario. La tendencia a utilizar combinaciones memorables, como fechas de aniversario, el número del DNI o secuencias numéricas triviales como "1234", es un riesgo que los ciberdelincuentes saben explotar a la perfección. Estos no necesitan complejos algoritmos de hackeo cuando pueden recurrir a la ingeniería social o a ataques de "fuerza bruta", probando miles de combinaciones obvias en cuestión de segundos.

El consejo de los expertos, secundado por entidades como Banco Santander, va más allá de la simple advertencia. Se trata de adoptar una nueva mentalidad en la creación de credenciales. Una contraseña robusta debe ser una fortaleza digital, no una puerta entreabierta.

Esto implica la combinación de letras mayúsculas y minúsculas, números y símbolos, alcanzando una longitud mínima de 12 a 15 caracteres. Una técnica recomendada es la creación de "passphrases" o frases de contraseña, que resultan más fáciles de recordar para el usuario pero infinitamente más complejas de descifrar para un software malicioso. Además, es de vital importancia no reutilizar la misma contraseña en diferentes servicios. Una brecha de seguridad en una plataforma de comercio electrónico podría exponer la clave de acceso a nuestra cuenta bancaria si esta es compartida.

Más allá de la contraseña: El ecosistema de la ciberseguridad bancaria

Si bien una contraseña sólida es el cimiento, la seguridad financiera moderna se construye sobre múltiples capas.

Los bancos han realizado inversiones millonarias para blindar sus sistemas, pero los ciberdelincuentes han redirigido sus esfuerzos hacia el engaño del cliente a través de técnicas como el phishing (fraude por correo electrónico), el smishing (a través de SMS) y el vishing (mediante llamadas telefónicas). Estos ataques buscan suplantar la identidad del banco para que sea el propio cliente quien, engañado, facilite sus claves de acceso.

Aquí es donde entran en juego herramientas de seguridad adicionales. La recomendación de Banco Santander de activar Santander Key no es un mero argumento comercial, sino una llamada a utilizar la autenticación multifactor (MFA).

Este sistema, que ya es un estándar en toda la industria financiera y es ofrecido bajo distintos nombres por entidades como CaixaBank o BBVA, añade una capa de verificación indispensable. Cada vez que se realiza una operación sensible, como una transferencia o una compra online, el sistema exige una confirmación a través de un segundo dispositivo, generalmente el teléfono móvil del titular. Esto garantiza que, incluso si un delincuente ha conseguido robar la contraseña, no podrá autorizar ninguna transacción sin tener acceso físico al dispositivo del cliente.

Una persona sonriente con un moño en el cabello sostiene un teléfono móvil frente a un edificio con el logotipo de Santander.
Montaje en el que aparece una oficina de Banco Santander y una clienta contenta | Viktor Gladkov, XCatalunya, Banco Santander

La responsabilidad compartida: El rol proactivo del usuario

La protección del patrimonio en la era digital es, en última instancia, una responsabilidad compartida. Las entidades financieras proporcionan las herramientas, pero es el usuario quien debe utilizarlas de forma diligente y mantener una actitud de vigilancia constante. Esto incluye prácticas tan sencillas como revisar periódicamente los movimientos de la cuenta y activar las notificaciones en tiempo real a través de la aplicación del banco, lo que permite detectar cualquier operación anómala al instante.

Asimismo, es crucial interiorizar una regla de oro: ninguna entidad bancaria solicitará jamás credenciales completas, contraseñas o códigos de seguridad a través de un correo electrónico, un SMS o una llamada no iniciada por el cliente. Desconfiar de cualquier comunicación que genere un sentido de urgencia o amenaza es el mejor antídoto contra el fraude.

En un mundo hiperconectado, la educación financiera debe incluir, necesariamente, una sólida formación en ciberseguridad. Proteger nuestros ahorros ya no consiste solo en elegir un buen depósito, sino en saber custodiar nuestra identidad digital con la misma cautela con la que guardamos las llaves de nuestro hogar.