Una pareja caminando frente a un edificio elegante.

Tensión en Zarzuela por esta actitud de Letizia Ortiz

No les han gustado nada sus últimos actos

La reina Letizia, en los últimos meses, ha centrado la atención mediática por un cúmulo de circunstancias. El distanciamiento de sus hijas, Leonor y Sofía, su progresiva ruptura de convivencia con el rey Felipe VI y unas filtraciones que reabren capítulos poco claros de su pasado han alimentado un clima enrarecido en Zarzuela.

No se trata solo de la supuesta crisis matrimonial, sino de cómo la reina está enfrentando este torbellino de rumores y escándalos, y del modo en que este ambiente tenso repercute en quienes trabajan en el palacio.

Una mujer con expresión seria está junto a un oficial de policía que lleva uniforme azul con las letras CNP en la gorra y POLICIA en la espalda.
Montaje en el que se ve a la Reina letizia y a un Policía | Casa Real, Policía Nacional

Una crisis que va más allá de la pareja

Si bien la relación con su marido acapara titulares, las divergencias y disputas internas no se limitan a la esfera íntima. Los rumores de insatisfacción en el equipo de servicio de la Casa Real no son nuevos, pero han cobrado fuerza en los últimos tiempos a raíz de la tensión reinante entre los monarcas. Fuentes internas señalan que la presión laboral y las exigencias diarias se han vuelto asfixiantes. A su modo de ver, la conducta de Letizia, impulsada por sus recientes problemas, agrava aún más la situación.

La reina siempre ha sido descrita como una persona de carácter firme y exigente, con un deseo claro de modernizar la monarquía y proteger la imagen de la Corona. Pero ahora, según fuentes cercanas, estas cualidades se han ido tornando en un liderazgo autoritario, mermando la confianza y generando un clima de inestabilidad que se transmite a todos los ámbitos de Zarzuela.

Revelaciones incómodas y reacciones

Uno de los detonantes del nerviosismo general viene de las declaraciones de Jaime del Burgo y del periodista Jaime Peñafiel, quienes han sacado a relucir hechos del pasado de Letizia, apuntando a supuestas infidelidades o episodios turbios. Cierto o no, estas historias han reabierto heridas, sacudiendo los cimientos de la vida conyugal de los reyes. Felipe VI, que en 2013 ya habría valorado la posibilidad de un divorcio, se enfrentaría ahora a la repetición de su peor pesadilla: la erosión de la imagen real por asuntos privados.

Un hombre con barba y traje gris junto a una mujer con un top sin mangas, ambos con un contorno azul claro sobre un fondo azul oscuro.
Felipe VI y Letizia | Casa Real, XCatalunya

El distanciamiento de las infantas y la angustia de Letizia

La ausencia de Leonor y de la infanta Sofía en el palacio refuerza la creciente soledad de Letizia. Si antes ejercía un férreo control sobre ellas —limitando el contacto del personal con las princesas, por ejemplo—, hoy ese afán protector se ha transformado en un aislamiento que se le vuelve en contra. Sin la compañía de sus hijas, la reina habría intensificado su desconfianza hacia el personal, llegando a restringir aún más el trato cotidiano, temerosa de que cualquier indiscreción eche más leña al fuego mediático.

Los conflictos con Felipe, además, al parecer se han agudizado, y la reina vive con la sensación de que todos la vigilan. Informaciones provenientes de Zarzuela comentan que Letizia se siente “rodeada de enemigos y espías”, lo cual magnifica cualquier roce con el servicio. El personal, en consecuencia, trabaja con la constante tensión de no saber si un gesto, una palabra o un simple descuido puede ser interpretado como traición.

El coste de la paranoia

Este modo de actuar —una especie de paranoia institucional— erosiona la confianza entre los empleados y la jefatura de la Casa Real. Por un lado, el personal se siente relegado y cuestionado; por el otro, la reina considera imperativo proteger su intimidad y reputación, aun cuando ello implique aislarse de quienes le prestan servicio a diario.

Ese es, quizá, el nuevo gran problema en Zarzuela: un círculo vicioso donde Letizia, intentando protegerse de los rumores y el escrutinio externo, genera nuevas tensiones internas que, a la larga, podrían desgastar aún más la monarquía. Los episodios relacionados con la familia real tampoco ayudan a aliviar la situación. De fondo, la Corona  necesita transmitir un mensaje de unidad y firmeza, algo que se diluye con cada noticia de tensiones y desencuentros.

Un desenlace incierto que nadie se atreve a pronosticar

A día de hoy, ningún portavoz oficial ha desmentido ni confirmado la magnitud de las desavenencias. Entretanto, los episodios en los pasillos de Zarzuela suman para alimentar la especulación, y los paparazzis del mundo de la prensa rosa siguen de cerca cada movimiento de la reina. La pregunta que circula es si este estado de paranoia y reserva se convertirá en el nuevo normal en la Casa Real o si, por el contrario, la realeza adoptará una estrategia para reconducir la situación.