La influyente cocinera catalana Maria Nicolau ha creado un dietario que comparte a través de una newsletter. Mediante este dietario comparte su personalísima forma de divulgar el arte culinario sin prescindir de su elocuente filosofía de vida.
En uno de sus recientes comunicados ha escrito acerca de su colaboración en el programa Tot es mou, que conduce la periodista Helena García Melero en TV3. Y como en Maria Nicolau nada es convencional y todo es posible, se ha centrado en contar su experiencia previa a la llegada del plató; es decir, el control al que se debe someter cuando entra con su automóvil -suele llevar mucho material- en el recinto habilitado de la cadena de televisión. Según Nicolau, el control es muy estricto y la supervisión realmente detallada, hasta llegar a revisar los fondos del vehículo con cámaras adaptadas para ello.
Una experiencia de lo más sorprendente
Sin embargo y a pesar del cierto nerviosismo que le genera tanto control, Maria Nicolau no salió del asombro el día que entró llevando consigo una pieza de lo más compleja: “Uno de estos días llevaba un jabalí recién cazado, todavía sanguinoso, metido dentro de una bolsa de plástico de tamaño industrial, atada con cordel y anclada dentro de un contenedor de frío, acompañado de un hacha de leña y un estuche de cuero con cuchillos de carnicero, en un bodegón de psicopatía clásico de libro o de serie de True Crime. Un jabalí pelado, puesto a lo largo, tiene el mismo tamaño de un adolescente que haga deporte escolar. "Todo correcto, puede pasar".
Mediante la ironía que la caracteriza, Maria Nicolau ha querido compartir esa curiosa anécdota, mientras se pregunta: “¿Qué buscan? ¿Qué sería sospechoso? Cuestiones peculiares, pero que evidencian el estrés constante al que se debe someter como colaboradora de uno de los programas con mayor audiencia de la cadena.
A sus 42 años, la popular cocinera y autora de los libros "Cocina o barbarie" y "¡Quemo! Memorias de una cocinera", sigue fiel a su estilo y a esa filosofía que encabeza su web oficial y que reza: Que cada instante de cocina nos haga más libres y salvajes. No en vano, esa misma confesión acerca de sus aventuras en TV3, fue acompañada por el recuerdo de una travesura de infancia:
"Cada año, los alumnos de quinto de EGB del centro habían ido, durante décadas, por tradición, a visitar la fábrica de la LU, donde hacían las galletas Príncipe de chocolate y los Dinosaurios. Fuimos nuestra clase y, a resultas de la visita, el colegio quedó vetado para siempre en las instalaciones. Éramos unos salvajes y unos muertos de hambre de tal calibre que nos jodimos dentro de las máquinas en marcha a robar galletas calientes como benditos. Les desanimamos toda la cadena de producción. El abucheo fue de proporciones épicas. Nos castigaron sin ir de colonias, pero no fue un drama. Al parecer no nos perdimos gran cosa. Los de la clase de los bonos sí fueron, y se ve que hicieron un juego de noche en Coma-ruga y no fueron capaces de encontrar las bolsas gigantes de palomitas que los monitores habían escondido enterradas en la arena de la playa . Ya me dirás, palomitas remojadas por la brisa marina, qué mierda de juego de noche y de recompensa. La de la LU fue la mejor salida escolar de todas las que recuerdo".