El rey emérito Juan Carlos I, una figura que durante décadas representó la fortaleza y el liderazgo de la monarquía española, enfrenta ahora una etapa marcada por el deterioro físico y cognitivo. A sus 87 años, su salud ha experimentado un declive significativo, generando preocupación tanto en su entorno cercano como en la opinión pública.
Problemas de salud desde hace tiempo
En los últimos años, Juan Carlos I ha sido sometido a múltiples intervenciones quirúrgicas, especialmente en caderas y rodillas, con el objetivo de mantener su movilidad. Sin embargo, estos esfuerzos no han logrado frenar el avance de una artrosis severa que ha dejado su pierna izquierda completamente inmóvil.
Los tratamientos de medicina regenerativa, como las terapias con células madre, tampoco han ofrecido resultados duraderos. Ante este panorama, los médicos le han comunicado que deberá utilizar una silla de ruedas de forma permanente.

Este diagnóstico ha tenido un impacto profundo en el estado emocional del monarca. Acostumbrado a una vida activa y al ejercicio del poder, la idea de depender de otros para su movilidad representa una pérdida significativa de autonomía. Según fuentes cercanas, desde que recibió la noticia, Juan Carlos I ha reducido sus apariciones públicas y ha mostrado signos de tristeza y aislamiento.
El periodista José Antonio Zarzalejos es demoledor al respecto. "Hablo de leve incapacidad cognitiva. En su edad, sufre lapsus de memoria, más mediata que inmediata, y tiene mala relación con la realidad. Le impide hacer autoevaluaciones de sus conductas. Juan Carlos no tiene la percepción que sus conductas, que llevan a su expatriación, eran inaceptables e inapropiadas, y ya se verá si con consecuencias penales. Él se victimiza y se sitúa en una burbuja. No acaba de entender qué le pasa", asegura.
Movimiento de sus hijas
Aunque la Casa Real no ha emitido comunicados oficiales sobre el estado de salud del rey emérito, la preocupación en su entorno es evidente. Sus hijas, las infantas Elena y Cristina, han intensificado sus visitas y cuidados hacia su padre, conscientes de la importancia de su apoyo en estos momentos difíciles.

Además de los problemas físicos, Juan Carlos I enfrenta desafíos cognitivos. Se han reportado episodios de pérdida de memoria y confusión, síntomas asociados a una demencia senil en etapa inicial. Este deterioro cognitivo ha generado inquietud en su familia, que teme por su bienestar y calidad de vida.
En cuanto a su residencia, el rey emérito continúa viviendo en Abu Dabi, en una vivienda adaptada a sus necesidades, con accesos amplios y baños adecuados para su movilidad reducida. Aunque ha expresado su deseo de regresar a España, las circunstancias actuales y la falta de consenso en la Casa Real han pospuesto esta posibilidad.