El pasado 22 de octubre conocimos una triste noticia. Nos dejaba Rosario Palomino. Fue una activista catalana (peruana de adopción) que siempre trabajó a favor de la cultura y de la lengua catalana. Palomino hacía buena la frase que es catalán todo aquel que vive, trabaja en Catalunya y respeta la lengua, los valores y la cultura de este país.
Mucha gente que sólo vive y trabaja en Catalunya (o ni siquiera trabaja) pero no quiere y no respeta nuestro país, estos no son catalanes. Lo son para algunos personajes como Pere Aragonès, que asegura que por el simple hecho de vivir aquí uno ya es catalán. No es necesario integrarse, les dijo. Ellos ya son catalanes por el simple hecho de vivir aquí.
Unas palabras que no pueden ser más injustas con personajes como Rosario Palomino. Decir que Rosario Palomino era catalana y que toda esta gente también es catalana es tremendamente injusto hacia la activista, porque los pone dentro del mismo saco.
El adiós de Rosario Palomino afectó a muchos catalanes y pronto aparecieron muestras de cariño en redes sociales. La última en llegar ha sido la del actor y director Joel Joan, que ha recordado que se negó a hablar en castellano en una comisaría de la Policía Nacional. Es por eso que en la película Fénix 11-23, dirigida por Joel Joan, hay una niña que se llama Rosario, porque quiso agradecerle su trabajo.
Fénix 11-23, una película basada en el caso de Èric Bertrán
La película Fénix 11·23, dirigida por el cineasta catalán Joel Joan junto a Sergi Lara, está basada en hechos reales y aborda un polémico caso de represión policial en España. El filme narra la historia de Èric Bertran, un niño de 14 años que se convirtió en el centro de un caso judicial injusto y desproporcionado.
La trama sigue los eventos que sucedieron cuando Èric envió mensajes electrónicos a varias cadenas de supermercados españoles, solicitando que etiquetaran sus productos en catalán. Estos correos, aunque pacíficos en intención, fueron interpretados por las autoridades como amenazas. Esto llevó a que más de 30 agentes de la Guardia Civil se presentaran en la casa de Èric para interrogarlo, tratándolo como si fuera un delincuente peligroso. El caso fue tan lejos que la Audiencia Nacional, el máximo tribunal de justicia en España para casos de terrorismo y delitos graves, asumió la instrucción de la causa, algo inusual y desproporcionado para un menor de edad.
La película muestra la incredulidad y el miedo de Èric y su familia ante una situación que para ellos era surrealista y completamente injusta. A lo largo del film, se presenta la lucha de la familia y de Èric para hacer frente a la presión judicial y mediática, cuestionando la actuación de las autoridades y la libertad de expresión en Catalunya. Al final, y tras un proceso judicial que resultó extenuante para el joven y sus padres, el caso fue finalmente archivado, aunque dejó una marca profunda en la vida de Èric.
Fénix 11·23, de Joel Joan, es una crítica directa a los excesos de la represión judicial y a la falta de proporcionalidad en casos relacionados con la identidad y la lengua catalana. La película se estrenó en 2012 y fue bien recibida en Catalunya por su enfoque en un tema tan sensible y por cuestionar la intervención de la justicia española en un asunto que, para muchos, fue interpretado como un intento de silenciar la defensa de la lengua catalana.