Mujer mayor de cabello canoso con suéter verde y arete azul junto a un pastel de cumpleaños morado con cuatro velas encendidas

Pepita Bernat, la mítica centenaria de la Paloma sopla las velas: Cuántos años cumple

La Paloma está situada cerca del Paralel de Barcelona y es una de las salas de conciertos con más historia de Barcelona

Barcelona atesora historias tan vibrantes como sus calles, pero pocas son tan magnéticas como la de Pepita Bernat. Su nombre resuena cada domingo en La Paloma, la mítica sala del Raval, donde los acordes de un bolero pueden convertirse en la banda sonora de una vida entera. Allí, entre valses y confidencias, esta mujer ha sabido tejer un legado único, mezclando recuerdos de juventud y nuevas anécdotas en cada celebración.

Con el paso de los años, Pepita se ha convertido en una auténtica institución de la pista de baile. Su energía contagia a quienes la rodean y su historia demuestra que la vida puede tener tantas vueltas como una buena canción. Sin embargo, pocos imaginan el camino personal y social que ha recorrido para llegar hasta aquí.

Una tradición que nunca se rompe: el regreso a La Paloma

El vínculo de Pepita con La Paloma nació cuando aún era una joven llena de sueños y curiosidad. Fue entonces cuando pisó por primera vez ese suelo que, años más tarde, sería testigo de todos sus triunfos y alguna que otra tristeza. Su fidelidad a la sala es tal que fue una de las últimas en despedirse cuando cerró sus puertas en 2007 y, muchos años después, la primera en cruzar el umbral el día de la reapertura. Esa constancia le ha valido el reconocimiento de músicos, bailarines y asistentes, quienes la consideran la verdadera reina del salón.

A lo largo de las décadas, La Paloma se convirtió para ella en mucho más que un lugar de ocio: allí vivió amores apasionados y decepciones amargas. En uno de los capítulos más luminosos de su biografía, Pepita recuerda cómo conoció al hombre que más ha querido, un compañero mucho más joven, con quien compartió casi una década de bailes y confidencias. Pero su historia también está marcada por la resiliencia: tras un matrimonio complicado, no dudó en tomar las riendas de su destino, marchándose fuera del país en busca de libertad y un futuro propio.

Un grupo de personas conversa en un set de televisión decorado con plantas y paredes de ladrillo, mientras una mujer mayor es el centro de atención.
Pepita Bernat en La Selva | TV3

El secreto de su vitalidad y la importancia de reinventarse

Lejos de acomodarse en los recuerdos, Pepita ha hecho de la reinvención una filosofía de vida. Tras regresar a Catalunya, no solo recuperó su pasión por el baile, sino que también emprendió nuevos negocios y fortaleció lazos familiares. En la actualidad, vive junto a su sobrina, pero no ha perdido ni un ápice de su esencia. Su butaca en La Paloma está reservada, los músicos le dedican piezas especiales y, entre canción y canción, sigue regalando lecciones de vitalidad a todos los presentes.

Cada domingo, durante las horas de baile, la sala se convierte en el escenario de una celebración continua. Para Pepita, la felicidad es sencilla: moverse al ritmo de la música, disfrutar de una buena compañía y permitirse algún que otro capricho, como un bolero a medida o un vals improvisado. Ella misma afirma que no hay secreto mágico, solo una actitud positiva ante la vida y el deseo de seguir aprendiendo y divirtiéndose. Incluso bromea sobre la posibilidad de bailar reggaeton, asegurando que, si la ocasión lo merece, se animaría con cualquier ritmo moderno.

Un ejemplo de libertad y alegría para todas las generaciones

La periodista Eugènia Güell, que recogió la historia de Pepita en el libro "Qui dia balla, any empeny", describe a la protagonista como un símbolo de libertad y coraje. Lejos de los convencionalismos de su época, Pepita luchó por ser dueña de su destino, convirtiéndose en inspiración tanto para mujeres de su generación como para los jóvenes que hoy la ven bailar. Su naturalidad, su sentido del humor y su capacidad para reinventarse la han convertido en un referente en la ciudad y, especialmente, en la comunidad de La Paloma.

En la celebración de su 106 último cumpleaños, la pista volvió a llenarse de amigos, familiares y admiradores, todos ellos deseando compartir ese momento especial. Mientras soplaba las velas y daba las gracias, el mensaje quedaba claro: la verdadera juventud reside en el corazón y en la voluntad de disfrutar cada día.  Pepita Bernat sigue siendo la mejor prueba de que el tiempo es solo una excusa y que la felicidad, cuando se comparte, nunca pasa de moda.

Ahora, con una nueva vuelta al sol, la pregunta es inevitable: ¿cuántas historias, cuántos bailes y cuántos amores le quedan aún por descubrir a la reina indiscutible de La Paloma? Su sonrisa parece anticipar que todavía hay muchos domingos llenos de música por delante.