El romance entre Bárbara Rey y el rey emérito ha sido uno de los episodios más influyentes en la historia contemporánea de España. Miles y miles de titulares protagonizados por estos dos nombres han abundado en la prensa rosa de las últimas décadas; todavía a día de hoy siguen haciéndolo, pese a haberse movido a un segundo plano de la actualidad de corazón. Se han comentado muchas cosas, algunas certeras y otras no tanto, pero la incertidumbre se ha apoderado de todos los cotillas del país y esta relación entre ambos ha estado presente en infinitas conversaciones.
Uno de los capítulos más peculiares de este romance, sin duda, fue el del espionaje y el chantaje en la anterior casa de Bárbara Rey en Boadilla del Monte. Este tranquilo suburbio a las afueras de la capital es residencia habitual de gente con carteras abundantes como las de la vedette. En 2019, decidió venderla y obtuvo un rédito de 690.000 euros.
El 'boom' de la noticia llegó cuando el comprador de la vivienda estaba sumergido en sus tareas de obra y remodelación del interior y se topó con un descubrimiento sorprendente. Y es que, cuando las paredes fueron tiradas, se encontraron cableados que, desde luego, no pertenecían a la luz. Todo apunta, pues, a que pertenecían a un sistema de espionaje que Bárbara Rey había ubicado en su hogar para presumiblemente chantajear a Juan Carlos I.
Esto, al menos, es lo que asegura el periodista Javier Chicote, quien también es coautor del libro 'El jefe de los espías'. "Las grabaciones son de teléfono con una grabadora que se enchufó al dispositivo y se grabaron", aseguró el periodista de ABC, quien, en su publicación, cuenta con detalle toda la estrategia de Bárbara Rey. Además, garantiza que su hijo, Ángel Cristo, era conocedor del asunto y, de hecho, ayudó en todo el montaje.
El nuevo propietario de la casa
El descubridor de este cableado ahora ha decidido también deshacerse del immueble y se lo ha vendido nada más y nada menos que a una estrella del Atlético de Madrid. Julián Álvarez es ahora propietario de esta casa de Boadilla del Monte en la que todavía a día de hoy siguen amenazando los fantasmas del pasado.
El gran fichaje de este verano del club capitalino, por el que Enrique Cerezo se ha gastado 75 millones de euros, tiene contrato hasta 2030. Por lo tanto, si todo mantiene su transcurso natura, el futbolista argentino seguirá residiendo durante mucho tiempo en la que es probablemente la casa encantada más polémica de todos los tiempos en España.