A sus 26 años, Felipe Juan Froilán de Marichalar ha lanzado un mensaje claro y directo a su madre, la infanta Elena: quiere volver a España. Una petición inesperada, pero llena de motivos personales y familiares que van más allá de un simple deseo de volver a casa.
Exilio impuesto
El relato arranca en Abu Dabi, donde Froilán vive desde enero de 2023, instalado cerca de su abuelo, el rey Juan Carlos, con un "exilio dorado" como becario en la petrolera ADNOC con 7 500 € mensuales y vivienda de lujo.
Aunque en los primeros meses se habló incluso de un máster a distancia y proyectos profesionales, actualmente su vida está en punto muerto: sin empleo, estudios inconclusos y sin propósito claro.
Con la reciente decisión de Juan Carlos de trasladarse a Cascais (Portugal) para alejarse del foco emiratí, Froilán interpreta que su estancia allí ha perdido sentido. Sin la vigilancia tangible del emérito, el ambiente se ha tornado insostenible: “la vida está en pausa”, dicen, y anhela reconectar con amigos, reactivar proyectos y recuperar su juventud.
Casa Real, como es habitual, guarda silencio
Desde Casa Real no ha habido declaraciones formales sobre este deseo de regreso. Sin embargo, varias fuentes próximas a la infanta Elena confirman que Froilán ha “intentado convencerla de un retorno progresivo” y que están manteniendo conversaciones para debilitar el argumento logístico de su exilio.
En redes —especialmente Twitter— su nombre se ha reactivado con debates sobre si debe ser apoyado o no. Algunos simpatizantes subrayan su derecho a rehacer una vida normal, mientras críticos recuerdan sus antecedentes polémicos: la pelea con arma blanca en la calle Goya en 2022 y la aparición en un after ilegal con drogas en Madrid.
Sus amistades, detectadas entre cervecerías de José Abascal y clubes nocturnos madrileños, han mostrado una actitud conciliadora. “Es un chico que necesita estar en su entorno”, confiesan.
El origen de la marcha del hermano de Victoria Federica
El exilio de Froilán responde directamente a los pedidos urgentes de Felipe VI y Letizia tras los altercados nocturnos que pusieron en jaque la imagen de Zarzuela. En enero de 2023, la infanta Elena lo trasladó a Abu Dabi para cortar de raíz la espiral de escándalos.
Desde entonces, su vida ha sido un compás de espera: cumbres climáticas, festivales de música como Saadiyat Nights y compromisos públicos en España, donde ha sido visto presumir de estilo de vida en cervecerías o festivales. Sin embargo, esa imagen “semi-normal” no ha logrado disipar la sensación de aislamiento que ha alimentado su deseo de regresar.
¿Qué ocurrirá?
El futuro de Froilán pende de un delicado equilibrio: su demanda de regresar coincide con el repliegue emocional del rey emérito a Portugal. La infanta Elena, en una posición comprometida, deberá decidir si apoya la reintegración de su hijo o prioriza la estabilidad institucional.
¿Será este el inicio de un retorno progresivo a Madrid, con planes académicos o profesionales reales, o solo un deseo melancólico que terminará diluido por la frialdad de la realidad? La Casa Real observa con atención: en esta historia, no es solo el regreso de un nieto, sino el momento clave para comprobar si la calma ha vuelto de verdad a Zarzuela.