El rey emérito y su hijo, el actual monarca Felipe VI, han protagonizado una serie de desencuentros que han sacudido los cimientos de la Casa Real. Hoy os queremos hablar de un ejemplo concreto que llamó la atención de los medios de comunicación y que demuestra el mal rollo que se vive en Palacio: Felipe VI echó a su padre de su casa.
Desde su abdicación en 2014, Juan Carlos I ha visto cómo su presencia en España se ha vuelto cada vez más problemática. La decisión de exiliarse en Abu Dabi en 2020 fue una medida drástica para reducir la presión mediática y política sobre la Casa Real, especialmente, debido a los numerosos escándalos judiciales que empañaron su legado. Desde entonces, sus visitas a España han sido esporádicas y siempre envueltas en polémica.
Juan Carlos I pretendía ver a su nieta tras la regata en Sanxenxo
Uno de los factores que más tensiona la relación entre Felipe VI y su padre es la insistencia de Juan Carlos I en ver a su nieta, la princesa Leonor. El emérito, a pesar de sus problemas legales y de reputación, sigue siendo un Campechano y mantiene un profundo cariño por su familia y desea estar presente en la vida de su nieta, quien es la futura heredera del trono.
Sin embargo, Felipe VI ha mostrado claras reticencias a permitir una cercanía demasiado evidente entre su padre y la joven princesa. Esta actitud protectora tiene como objetivo preservar la imagen y la estabilidad de la monarquía y que todo siga atado y bien atado.
La más reciente visita de Juan Carlos I a España fue breve y cargada de tensión. Según fuentes cercanas a la Casa Real, el emérito llegó con la esperanza de reunirse con Leonor que visitaba el cuartel de Marín en Pontevedra, aprovechando que el emérito tenía una regata en Sanxenxo. Felipe VI, en un gesto de firmeza, habría ordenado a su padre que abandonara la residencia, un episodio que ha sido interpretado como un claro mensaje de distancia y autoridad.
La tensa relación entre Juan Carlos I y Felipe VI que mantiene al emérito lejos de la familia real
Esta ruptura no solo es personal sino también institucional, con Felipe VI tomando decisiones drásticas como renunciar a la herencia de su padre y retirarle la asignación pública. Pese a los desencuentros constantes, Juan Carlos I sigue realizando visitas esporádicas a España, aunque siempre bajo un escrutinio mediático y con una seguridad reforzada. Su estancia en Abu Dabi parece prolongarse indefinidamente, un exilio dorado que contrasta con su deseo de regresar y estar cerca de su familia. Cada visita del emérito se convierte en un evento mediático, alimentando la especulación sobre el futuro de su relación con Felipe VI y su rol dentro de la monarquía española.
En este sentido, el episodio en el que Felipe VI echó a su padre de casa es un reflejo de las tensiones que definen la relación entre el actual monarca y el rey emérito. La protección de la princesa Leonor y la preservación de la imagen de la Casa Real son prioridades para Felipe VI y para Letizia, que se esfuerzan para no parecerse a su padre y suegro.