Una decisión inusual y cargada de simbolismo ha marcado el verano real. Doña Sofía ha decidido evitar exponer públicamente a su hermana Irene durante la estancia en Mallorca. De esta forma, ha tratado de preservar su privacidad durante esta difícil fase.
Un vínculo que trasciende décadas
La relación entre Doña Sofía e Irene de Grecia es una historia de complicidad vivida desde la infancia. Ambas hermanas compartieron exilio, estudios, y un profundo lazo emocional en el Palacio de la Zarzuela. Hasta la actualidad, Irene ha sido la presencia silenciosa y constante en la vida pública de la Reina emérita.
Aunque Irene ha vivido en España más de cuatro décadas, su última voluntad es regresar a Grecia para ser enterrada, junto a su hermano Constantino, en el cementerio real de Tatoi. Un deseo que sorprende a la Casa Real por lo emotivo y rotundo, pero que el entorno ha decidido respetar.

Mallorca, salud y protección
En los primeros días de sus vacaciones en Mallorca, el Rey Felipe VI y su familia han sido vistos en la isla, mientras que la Reina Sofía no ha hecho acto de presencia pública. Paralelamente, han surgido informaciones sobre un empeoramiento en la salud de Irene de Grecia, lo que ha generado inquietud entre su círculo más cercano.
Ante esta realidad, Sofía ha decidido que Irene no aparezca en fotografías ni en actos institucionales durante su estancia en Marivent. Una medida sin precedentes basada en el respeto y la protección personal.
Diagnóstico y cuidados familiares
Se sabe que Irene atraviesa un diagnóstico avanzado de Alzheimer, sumado a problemas de movilidad que requieren asistencia constante. Ha dejado de participar en actos públicos regulares y su presencia se ha vuelto cada vez más discreta. Desde hace años, reside en el Palacio de la Zarzuela y disfruta de la cercanía de su hermana, que ejerce un rol protector en todos los aspectos.

El entorno familiar ha indicado que el Rey Felipe ha intervenido con sensibilidad para garantizar el bienestar de Irene durante el verano. Se ha dispuesto que ella viaje a Mallorca y esté rodeada de atención médica y comodidad en Marivent.
Una cena sin luces ni cámaras
Una confidencia de Pilar Eyre reveló una escena íntima. En los pasillos de Zarzuela, un testigo describió a Sofía e Irene compartiendo una cena a la luz de una lámpara, en silencio y sin formalismos ni gestos protocolares. Una imagen cargada de humanidad y delicadeza que puso de manifiesto la dimensión personal de su vínculo.
Esa escena rompió con la imagen pública habitual: dos mujeres maduras, hermanas, desvinculadas del brillo oficial, unidas por la naturalidad y la emoción compartida durante décadas de cercanía.

Entre tradición familiar y cuidado personal
La decisión de Sofía representa una nueva etapa en la vida de la Reina emérita. Al priorizar la intimidad de Irene sobre el protagonismo mediático, impone un mensaje de respeto y afecto. Una elección que conecta con el estoicismo que ha caracterizado su figura pública durante décadas.
Mientras la infanta Sofía y la princesa Leonor mantienen una imagen institucional activa, Irene ha optado por un perfil más reservado y personal. Además, la voluntad de regresar a Grecia para su descanso eterno refleja conexión con su origen y una coherencia emocional.